jueves, 10 de mayo de 2012

EMILIO MOROTE ESQUIVEL, 'ESCRITOR DE AQUÍ': "LA CALLE ES UNA ESCUELA"

(En la fotografía, el escritor en el que suele ser su lugar de estar con la gente)

María Sánchez Cambronero




Emilio Morote Esquivel, que dice que aparenta menos años de los que tiene, “digamos que paso de los cuarenta hace ya tiempo”, es un escritor ciudadrealeño de relatos y pequeños cuentos. La gente puede pensar que tal vez es un escritor más, pero la peculiaridad de este personaje reside en que no depende del patrocinio ni las “seguridades” que proporciona una editorial; él mismo, con su entusiasmo y por puro placer, se lanza a la calle a vender sus libros, ya que no hay mejor marketing que conocer cara a cara a sus lectores.



María.- Lo primero de todo, háblanos de ti
Emilio.- Mi edad es un secreto, pero vamos, dicen que aparento menos años de los que tengo, lo cual me agrada bastante. Digamos que paso de los cuarenta hace ya tiempo. Fuera de la escritura me dedico básicamente a beber cerveza y pasear. 


M.- ¿Qué escritores tienes como referente a la hora de escribir? ¿Cuál podría ser el libro que te haya marcado, en el caso de que hubiese alguno?
E.- Cuando empecé a escribir me influenciaron mucho dos escritores o tres: sobre todo, Paul Auster, que es un narrador nato, un contador de historias como hay pocos; el problema con este hombre es que se pierde bastante en la traducción (no solo de sus obras sino de todos los autores que escriben en un idioma que no sea el nuestro) por aquello de que los traductores en España están mal pagados. Otro autor que me gustaba mucho era Antonio Muñoz Molina. Y otro era Gabriel García Márquez. De eso hace bastante tiempo. Ahora me gusta más gente como Cela, Umbral o Borges, que para mí son de lo mejor que hay en el siglo XX y en español. Un libro que me cambió totalmente fue Cien años de soledad. Otro podría ser 1984, de Orwell, libro que recomiendo a cualquier persona que quiera saber el mundo en que vive. 


M.- Los libros de tu momento, son los clásicos de la juventud de hoy. ¿Cuál crees que es la causa de este cambio de simbología en un libro?, ¿crees que es un cambio positivo? ¿Tú crees que todos los libros que marcaron una época deberían sufrir esa evolución?
E.- No estoy de acuerdo con que los libros que vendían mucho en mi época sean hoy clásicos. Eran best sellers, y por definición esos libros tienen fecha de caducidad. Gente como Vizcaíno Casas o Álvaro de Laiglesia no son hoy recordados por nadie. Tengo aquí un enlace sobre el asunto, un artículo escrito por mí:
http://sapaalberquera.blogspot.com.es/2011/04/esos-best-sellers-de-los-que-ya-nadie_27.html

M.- Dentro de tu blog, las críticas que realizas a todos esos escritores y sus obras, ¿pretendes una crítica positiva, desarrollando el contenido psicológico que guarda cada uno, o pretendes no dejar títere con cabeza? Esto es debido a que utilizas mucho un lenguaje crítico pero siempre está ese matiz sarcástico lleno de 
sorna.
E.- El punto crítico de mi blog http://sapaalberquera.blogspot.com.es/
 ha ido desapareciendo poco a poco. Empecé con esa idea que tú dices de no dejar títere con cabeza, pero lo cierto es que me parece que hay algo que voy yo perdiendo, que me degrada hablar mal de otros escritores, aunque ese es un comportamiento muy extendido en mi oficio. Simplemente yo no podía entender (y sigo sin entenderlo) que escritores de medio pelo se hagan millonarios escribiendo bazofia. Pero como digo dejé de luchar en ese frente. Es una guerra perdida. Prefiero centrarme en hablar de libros que merecen la pena. De hecho, he ido suprimiendo algunos artículos controvertidos de mi blog, y todavía quedan por ahí algunos, sobre todo de los primeros meses de existencia del mencionado blog, que tengo que ir quitando. Quiero abandonar ese tono crítico y hasta amargo, que, en realidad, a nadie le sirve de nada.


M.- Ahora bien, ¿por qué empezaste a escribir?
E.- Leí un libro de Bukowski hace unos años, y me pareció tan vulgar y tan fácil de hacer que me dije: “Eso lo hago yo”. Empecé a darle a la tecla y, mira, hasta aquí hemos llegado.


M.- Lo más importante, ¿por qué te lanzas a la calle a publicitar tus libros, te atrae la vida del escritor que no necesita una editorial para hacerse notar? 
E.- Me gusta eso de estar en la calle, hablando con la gente, observando al personal. La calle es una escuela. No es una frase hecha, es que es así. Si uno está pendiente de las cosas se puede entretener mucho observando al contribuyente. La gente que dice que se aburre tiene un problema: viven encerrados en sí mismos, y no se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor. En ese sentido, sentarse en mitad de la calle de una ciudad pequeña como la nuestra, siempre que se tenga la disposición mental adecuada, es todo un entretenimiento de primera magnitud. El problema, como ya he dicho, de la mayor parte de la gente es que vive encerrada en sí misma y no se abre al exterior. Habría que enseñar a la gente a recibir estímulos externos que no necesiten una contraprestación económica, la vida sería mucho más placentera para todos.

M.- ¿Crees que los lectores comprarían, sabrían apreciar fuera de todo ese marketing, un libro bueno que no estuviese dentro del patrocinio de cualquier editorial?
E.- Alguna gente, no mucha, sí que aprecia un buen libro al margen de lo que se haya publicitado o no. Pero no nos engañemos, la mayor parte del lector es un lector pasivo, lo que Julio Cortázar llamó con poca fortuna “lector hembra”. El lector pasivo consume lo que aparece en las listas de éxito, lo que se anuncia en los periódicos, no se arriesga. Eso explica el bajísimo nivel de la literatura actual en España, que es de patio de preescolar casi.

M.- Cuando llega la hora de escribir, ¿eres el típico escritor superpreparado, que todo lo investiga y de todo se entera; o eres el que inspiración me viene, inspiración que no desaprovecho en el momento?
E.- Hasta ahora no me he documentado en absoluto, salvo en lo que se refiere a los aspectos formales de la escritura: gramática, ortografía, sintaxis, etcétera. La documentación histórica, por ejemplo, no es lo mío, puesto que yo me lo invento todo. Inventarme las cosas me resulta mucho más fácil y satisfactorio que andar mirando, pongamos por caso, libros de la historia de mi ciudad.

M.- La última pregunta se podría decir que te la dejo libre, cuéntame abiertamente como quieras, tu visión de la sociedad de hoy (involucrando todo, desde los nuevos movimientos hasta la deprimente situación actual) y su relación con los libros.
E.- Creo que el problema que tiene España no es un problema económico, sino cultural (esto lo decía hace casi un siglo Juan Ramón Jiménez). La gente no lee en absoluto y cuando lee, lee banalidades. También se han perdido las formas, la gente joven no tiene educación, es arrogante, pagada de sí misma. Se ha perdido el respeto por las personas mayores, y eso me parece a mí un enorme fallo, puesto que son las personas mayores las que saben de la vida y las que pueden aconsejar a las más jóvenes. La gente está perdida, sobre todo la gente joven. Vivimos en una sociedad adolescente donde se ensalzan valores adolescentes y superficiales: el aspecto físico, la ropa, los bienes materiales. Los chicos están obsesionados por estupideces como quitarse el pelo de las piernas o marcar abdominales. Las mujeres viven presionadas por una sociedad de consumo que les quiere obligar a estar delgadas y tener los pechos de punta. Todo esto es un fallo enorme, me parece a mí, provoca infelicidad, angustia y nerviosismo. En mi opinión, y barriendo para casa, lo mejor que puede hacer una persona de a pie para escapar de este problema es leer libros, adquirir cultura, oír buena música, formarse como persona, hablar con gente mayor, que siempre tienen cosas que decir, escuchar más y hablar menos, quitarle importancia al aspecto físico, cuidar la alimentación y hacer algo de ejercicio, puesto que el cuerpo sano es el refugio de un espíritu en paz.

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