martes, 6 de diciembre de 2011

LA ROLDANA, ESCULTORA BARROCA CREADORA DE LOS PASOS MÁS REPRESENTATIVOS DE LA SEMANA SANTA



María Sánchez Cambronero

En este nuevo artículo vamos a hablar de una mujer olvidada en los libros de historia del arte, esta vez más cercana a nuestra cultura, debido a su procedencia andaluza, y de la que salieron imágenes tan conocidas con la “Virgen de la Macarena” que es uno de los pasos partícipes en las procesiones de Semana Santa en Sevilla.
Luisa Ignacia Roldán de Mena-Ortega, más conocida como “La Roldana”, nació en Sevilla el 8 de Septiembre de 1652. Su padre, Pedro Roldán, fue un famoso escultor del barroco andaluz. Éste se crió y formó en Granada, pero, en 1647, se trasladó a Sevilla donde abrió su propio taller. De sus hijos, la única que mejor captó sus enseñanzas fue Luisa, pero no fue la única en dedicarse a la escultura. Con la ayuda de su padre, aprendió a tratar la madera, la piedra, el barro y el empleo de la pintura, el dorado y el estofado de las imágenes.
Luisa era de una personalidad despierta, y nunca tuvo el gusto de obedecer, sobre todo a su padre. Debido a esto, contrajo matrimonio con Luis Antonio de los Arcos, el asistente de su padre, el 25 de diciembre de 1671. Una vez casada abrió su propio taller.
En su etapa sevillana, su trabajo más importante son los cuatro ángeles realizados para el paso de Semana Santa del Cristo de la Exaltación y las figuras de los “dos ladrones”. En esa época, sobre todo destacaban las “Dolorosas” para los pasos en la Semana Santa. De Luisa destacan la “Virgen de la Regla”, perteneciente a la Hermandad del Prendimiento, la “Virgen de la Macarena”, y la “Virgen de la Estrella”, perteneciente a la Hermandad de la Estrella. En este período la mayoría de sus creaciones quedaron en el anonimato, por lo que no constaba ninguna obra documentada bajo su nombre.
En su etapa gaditana, en el año 1684 creó, para el Convento de los Carmelitas de Cádiz, su primera gran obra documentada, un “Ecce Homo” que hoy está ubicado en la catedral de Cádiz. En 1687 fue contratada por el cabildo de la Catedral de Cádiz para la realización de las esculturas de San Servando y San Germán, con el fin de ser expuestas en la sala Capitular del Ayuntamiento, hoy ubicadas en una capilla de la catedral Nueva de Cádiz.
Entre los años 1687 y 1700 realizó numerosas obras. Las más destacables son: la “Virgen de la Soledad”, perteneciente a la Cofradía del Santo Entierro de Puerto Real en Cádiz; “María Magdalena”, de la Hermandad del Nazareno en Cádiz; y “Jesús Nazareno de Sisante”, ubicada en Cuenca.
En 1688 se trasladaron a Madrid. Estos son los años más difíciles de Luisa, ya que debió luchar para ganar un puesto en el mundo de la escultura, un mundo que se movía en contra de ella, ya que hablamos de una mujer. Pero el día 15 de octubre de 1692, Carlos II le concedió un puesto como escultora de cámara. Sin embargo, no dejaron de ser tiempos difíciles, debido a la crisis política y económica que se vivía por aquella época. El 1 de noviembre de 1700, murió Carlos II, por lo que se quedó sin trabajo y sin mecenas.
En octubre de 1701, fue nombrado rey de España Felipe V, el primer rey Borbón. El nuevo 

rey volvió a contratar a Luisa, otorgándole de nuevo el puesto de escultora de cámara. De esta etapa cabe destacar el “Arcángel San Miguel con el diablo a sus pies”, obra que fue encargada con el fin de decorar el Monasterio de El Escorial.
En 1699 murió su padre, y fue en este año en el que creó su primera obra, en la cual se observa una influencia del gótico flamenco, la “Virgen con el Niño”. De los años anteriores a su muerte podemos destacar un “Descendimiento”, conocido como la “Piedad al pie de la Cruz”, ubicado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao; y un “Arcángel San Miguel”, ubicado en el Monasterio de las Descalzas Reales, lugar en el que también se encuentra un “Ángel de la Guarda”.
Esta gran escultora del siglo XVII murió en 1704 en la Corte de Madrid, a la edad de 52 años. A pesar de sus grandes éxitos y de la fama que se le fue atribuyendo a lo largo de su vida, Luisa murió en la pobreza.
Como escultora siguió su propio estilo, un estilo fuertemente influido por el Barroco, con la diferencia de que mostró una preferencia por la creación de obras con la expresión más marcada, obras más sentimentales; a veces, hasta transmitían ternura, pero siempre mostraban un gran dinamismo, el cual logró con melenas y ropajes ondeados. Trabajó el barro y la madera, materiales con los que logró sus mejores resultados. Su gran habilidad le permitió darle a las imágenes un tono humano y sensible, característica que se aprecia mejor en las manos y en los rostros. Sus temas se centraron única y exclusivamente en lo religioso.



El “Ecce Homo” de la catedral de Cádiz pasar por ser una de sus grandes obras y fue la primera obra que pudo firmar como suya y, por tanto, la primera que consta como obra de La Roldana. La figura muestra a un Cristo víctima de las torturas que está sufriendo, con el rostro descompuesto, con la expresión de sufrimiento muy marcada, una de las características típicas que les atribuía esta escultora, y la boca abierta, preparado para lanzar un grito desesperado de dolor ante la violenta tortura. La tensión producida por la tortura se aprecia en las manos atadas del Cristo que amarran su manto púrpura.
Luisa Roldán realizó muchísimas esculturas, pero no todas fueron reconocidas. La mayoría fueron atribuidas a otros artistas a lo largo de muchos años y otras están aún sin especificar. A pesar de todas estas injusticias e impedimentos para darse a conocer en un mundo tan hostil como era el mundo de la escultura de cámara durante el siglo XVII, Luisa consiguió ganarse la confianza de los reyes del momento, y que sus imágenes fuesen y sean reconocidas en toda España. Por lo que podemos concluir con que se trata de otro caso de una mujer con habilidades técnicas sorprendentes que ha sido parcialmente borrada de la historia tras su muerte.

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