La alpinista guipuzcoana Edurne Pasaban es la primera mujer y la vigésimo primera persona en escalar exitosamente los 14 ocho miles que se reconocen como tales a día de hoy. Con motivo de su nombramiento como miembro honorífico de la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real (SAGCR), la montañera de Tolosa, de 38 años, visitó la capital ciudadrealeña el día 26 de enero. En este acto, sencillo y emotivo, la anterior miembro de honor, Mercè Martí, la primera mujer española en volar alrededor del mundo, le pasó el testigo de este reconocimiento.
El evento al que vas a asistir hoy ha sido creado por la SAGCR, y el móvil es el reconocimiento a tu persona como miembro honorífico de la SAGCR.
¿Eres miembro de esta asociación? ¿Por qué crees que te conceden este reconocimiento?
No, no soy miembro de esa asociación. No he sido miembro hasta ahora. Me hacen miembro honorífico ahora y quizá desde ahora empiece una nueva etapa junto a la asociación. No lo sé, este reconocimiento la asociación lo hace a gente que creo que ha hecho una carrera un poco de aventura, que tiene algunos méritos en los valores que ellos reconocen, y creo que seguramente porque los cumplo.
En tu primera expedición, ¿cómo te recibieron y trataron tus compañeros de equipo por el hecho de ser una mujer? Porque también es un deporte por el que no se recibe dinero por alcanzar cumbres, simplemente se asciende a esos picos por una motivación propia de cada uno. En este caso, ¿cuál es esa motivación tuya?
La verdad es que siempre me han tratado bien. La primera expedición a una montaña fue en el 98; yo aún era muy joven, y era la única mujer dentro del equipo, y casi siempre ha sido así. Siempre me han tratado con mucho respeto, y tal vez sí que de alguna manera he tenido que demostrar más de lo que ha tenido que demostrar un hombre, pero no a la gente de mi equipo, quizás más a los otros alpinistas. En cuanto a la motivación, para mí la motivación es hacer lo que a mí más me gusta. Yo empecé a escalar a los 14 años y nunca pensé que me convertiría en una alpinista profesional y que dedicaría toda mi vida a escalar. Estudié una carrera, soy ingeniera industrial, y mi vida iba más por ahí. Poder dedicar mi vida a lo que más me gusta, que es la escalada, y al final vivir del alpinismo, es una de las cosas que más me motivan. Es algo que me hace feliz y creo que en la vida esto es importante, poder hacer cosas que realmente valgan la pena.
Ya, pasados los años y tras muchas ascensiones, ¿cómo conseguiste ese respeto y esa visión que tienen la mayoría de los alpinistas hoy en día hacia ti, de tratarte como a un igual? Porque tenemos entendido que tuviste varias disputas con otro gran alpinista, Juanito Oiarzabal, que tal vez si no te considerara a su altura, es decir, un igual a él, ni siquiera se hubiese molestado en discutir con una mujer que no sería capaz de hacerle sombra.
Con los años la gente te conoce, y al final sí que tienes que demostrar un poco las cosas, ya que por ser mujer muchas veces te ponen en duda, porque vas a subir y te comparan, voy a subir a al campo uno a ver en cuánto tiempo lo hace Edurne, para que yo lo haga antes, por ejemplo. Pero al final el tiempo nos pone a cada uno en nuestro lugar. Esto son “casquetas”, que las puede coger Juanito, pero no sé si el hecho es porque yo sea mujer; son más rollos personales.
Hay mucha gente que piensa que los alpinistas, las personas que tienen el suficiente coraje de enfrentarse al reto que supone un ascenso, son unos suicidas. Es decir, que ascender una montaña es un acto suicida, pero realmente si quisieran suicidarse no durarían ni dos días. Ante esta idea, ¿tienes algo que decir o aclarar?
Hay mucha gente que piensa que el deporte que practicamos es un deporte de riesgo, estás muy elevado y la idea es que somos unos suicidas. Yo también pensaría que es un suicida un tío que va en un coche a 180 km/h. El que la gente enjuicie de esa manera es libre de hacerlo. Nosotros hacemos un deporte que somos conscientes del riesgo que tiene y lo practicamos con toda la seguridad que podemos. Y pienso que te puedes encontrar con la muerte o con el concepto de suicidio.
También muchos piensan que, aparte de suicidas, muchos alpinistas están locos, que se les ha ido la cabeza por el hecho de aventurarse solos, sin el respaldo de un equipo. Tal vez estuvieran locos, pero consiguieron ellos solos alcanzar grandes cumbres y ser capaces de volver. De estos “locos”, ¿admiras de forma especial a alguno que haya dejado su huella a lo largo de la historia?
Ha habido grandes alpinistas con los que he trabajado en equipos grandes y soy una persona que he entendido que la montaña siempre es en equipo, sobre todo por el concepto de que pasas mucho tiempo solo, y para mí es importante tener gente al lado, que te ayude en cuestión de un apoyo moral. Pero es verdad que ha habido mucha gente que va a escalar en solitario, que hace grandes proezas, y muchos vuelven y otros no vuelven. ¿Si admiro a esa gente? Es una decisión que ellos han tomado. Yo, si hubiera ido a escalar sola, lo hubiese hecho, pero para mí lo importante es ir y pasármelo bien con mis amigos. Respeto muchísimo a toda esta gente, me parece gente increíble que tiene una cabeza y una mentalidad dignas de admirar.
Lo más importante de un ascenso es el equipo con el que lo vas a realizar, ese equipo tiene que estar formado por personas especializadas, pero, aún más importante, en las que confíes plenamente. Aun teniendo confianza ciega en ellos o ellas, ¿las condiciones extremas que presenta la montaña pueden crear tensiones en el grupo o que tal vez una persona de sus componentes os traicione?
Normalmente cuando haces un equipo lo conoces bastante bien, por lo menos yo he intentado conocerlo bastante bien. Entonces, que te traicionen en una expedición es muy difícil. Es verdad que puede haber desacuerdos, porque pasas más de dos meses allí arriba viviendo en unas condiciones bastante duras, entonces esto hace que haya muchos más roces y las cosas te molesten. Pero lo que siempre intentamos es que haya mucha transparencia y hagamos las cosas de manera que sean dichas a la cara.
Tal vez este hecho se dé en casos más hostiles, pero normalmente, ¿tú crees que el alpinismo es un deporte solidario? Si hiciese falta, ¿retrasaríais el ascenso por salvar a otro alpinista que no fuese de vuestro grupo? ¿Alguna vez os habéis encontrado en esta situación?
Yo creo que sí, pero es que empieza a haber gente que dice que no. Yo creo que es un deporte solidario, y me gustaría poder seguir diciéndolo siempre así. Por supuesto, yo creo que la vida de una persona, da igual de qué nacionalidad sea o de qué expedición sea, es mucho más importante que una cumbre, que no tiene valor. En alguna ocasión sí que hemos retrasado, de hecho nosotros hemos estado este año en el Everest sin oxígeno y en el último campamento nuestros sherpas estaban en unas condiciones malas, les había dado un principio de edema cerebral, y nos tuvimos que bajar, y nunca me ha apenado el tener que volver.
Las expediciones ya no son como antes, antes ibas a ascender el Everest y os encontrabais tú y tu equipo solos en la montaña. Ahora, por ejemplo en el Everest, se pueden encontrar campamentos de turistas. Se ha convertido en un foco de atracción masivo de turistas, los cuales pagan a cualquiera una barbaridad para que los suban a una altura media de 6.000 metros en helicóptero, con el simple fin de tener una foto de recuerdo. ¿Cuál crees que es la causa o el culpable de esta transformación de la visión que se tenía hacia el reto que suponía ascender un “ochomil” dignamente y que las montañas se hayan convertido en un negocio turístico?
Esto es el Everest, es la montaña más alta del mundo, es una montaña que ofrece expediciones comerciales, y hay gente que tiene el sueño de subir al Everest. Las personas que van allí tienen el mismo derecho que los demás alpinistas. Si a un alpinista no le gustan todas estas expediciones, le digo que no vaya o que vaya en otra época, ya que el año tiene 365 días.
El alpinismo es un deporte duro y constante, allí arriba las condiciones son extremas. ¿Cuánto tiempo de preparación se requiere para adaptarse a la falta de oxígeno? Uno de sus síntomas es que si al cerebro no llega suficiente oxígeno, te puedes quedar ciego,… y tu mente dice algo pero tu cuerpo no responde, quedándote paralizado. En estos casos, ¿qué es lo mejor que se puede hacer?
Esto es un proceso de climatización que todas las personas tenemos totalmente diferente. Es una cosa que cada persona tiene en los genes. Algunas personas tienen una climatización mucho más rápida y otras mucho más lenta. También hay personas que en casa son un portento deportivo, hacen grandes marcas y van a 4.500 metros y nunca se sienten bien. Por lo tanto, es un proceso que se lleva poco a poco, y tienes que hacerlo, porque para hacer un “ochomil” es una de las cosas primordiales que hay. Si no tienes oxígeno, lo mejor es bajarte, directamente bajarte. Cuando tú sientes que no estás bien, y esto se siente fácilmente, cuando has hecho ya bastantes expediciones y te conoces, esos síntomas, los de tu cuerpo y los de la montaña, te dan el primer aviso de que no estás preparado. Hay que bajar.
También es cierto que la primera vez que alcanzaste el Everest lo hiciste con bombas de oxígeno. Pero esto no te sirvió y lo volviste a realizar sin esta pequeña “trampa”, constando como uno de tus 14+1. ¿Por qué el hecho de haberlo conseguido con oxígeno no te sirvió?
No es que no me sirviera, es porque en el año 2001 fue mi primer “ochomil”. Utilicé oxígeno artificial porque solo un 2% de las personas que suben al Everest suben sin oxígeno artificial. Para mí, al ser el primero, pensé: “si todo el mundo sube con oxígeno, tendré yo también que subir con oxígeno, porque tampoco soy una superwoman”. Es verdad que después de que hayan pasado los años, y tras escalar las 14 montañas que hacen 8.000 metros, ahora sí puedo decir que es verdad que puedo subir al Everest sin oxígeno.
Allí arriba, a 8.000 metros de altura, ¿cómo satisfaces tus necesidades fisiológicas? Además, en tu situación de mujer, ¿cómo se pasa allí arriba la parte que te toca del periodo?
Esto es complicado. Los hombres, para ir hacer pis, lo tienen mucho más sencillo, porque dentro de una tienda lo mismo con un bote de cualquier cosa mean dentro del bote y ya está. Para nosotras es mucho más difícil, nosotras tenemos que salir fuera, o si no, tienes que complicarte a hacerlo en una bolsa. Entonces la ropa ya tiene una cremallera por detrás que te facilita el poder hacer pis, y la verdad es que tampoco se da tanto la ocasión, ya que apenas bebes y comes; entonces, el cuerpo no va igual. En cuanto al periodo, muchas veces lo pierdes, porque cuando haces un esfuerzo muy extremo o cuando haces alguna actividad así, se pierde la regla. Pero es verdad que esto también es una cuestión psicológica, porque a mí, tras llegar a la cumbre y bajar al campamento, cuando ya te has relajado y ya se ha terminado todo esto, es cuando te viene el periodo, aunque no te toque.
Muchos alpinistas, por muy valientes y decididos que sean, han tenido miedo. ¿Alguna vez has sentido miedo? ¿Antes de iniciar cada ascenso, o tras la primera noche en la montaña, has sido capaz de dormir, o esa misma noche te han asaltado pesadillas?
Sí, claro, el miedo es una cosa que se tiene; pero, cuando tengo miedo, el miedo siempre es el peor compañero. Entonces, cuando tienes mucho miedo, lo que hay que hacer es quitarlo, y salir de ese sitio en el que te sientes incómodo. Yo, con los años conseguí dormir medianamente bien, pero muchas veces, de la tensión que tienes, durmiendo tienes la sensación de que viene una avalancha o cualquier cosa así. Pero con el tiempo aprendes a dormir y te amoldas.
En la mayoría de las expediciones y ascensos a estas cumbres son muchos los alpinistas que no consiguen su propósito, y a partir de los 7.500 metros es posible que estés muerto, porque lo sencillo es subir, lo más complicado es volver vivo. Entonces, ¿cuál es el punto en que sabes que tu vida está totalmente en peligro, y automáticamente das marcha atrás?
Yo siempre digo que el buen alpinista es el que sabe darse la vuelta. Es verdad que en un reto de una montaña de 8.000 metros la ambición es tan grande que te puede quitar la visión y no darte cuenta de lo que te está pasando. Entonces eso cada una de las personas se tiene que dar cuenta de dónde está el límite para darse la vuelta. Yo soy una persona que asumo muy bien dónde está el punto hasta donde llega mi límite, y cada uno de nosotros tiene que ser justo con esto. Tú ya sabes que cuando corres veinte kilómetros no vas a poder hacerlo en 1h 10 minutos si no entrenas mucho. Entonces, hay muchas veces en las que cada uno de nosotros debemos asumir dónde está nuestro límite. Lo que ocurre es que mucha gente no lo asume y aprieta demasiado.
El Everest es la cumbre con más cadáveres en sus pendientes y en sus taludes. ¿En alguno de tus dos ascensos has sido testigo de esta imagen, de ir ascendiendo e ir viendo a tu paso los cuerpos de tus antecesores? Si así fuese el caso, ¿estos cuerpos mantienen la sonrisa congelada con la que comenzaron el ascenso o se aprecia que murieron con sufrimiento?
Sí, ahora ya no es tanto, en el año 2000, y el año pasado que fui, ya no hay tantos cuerpos. Antes veías muchísimos, ya que si una persona muere a 7.000 metros, es muy difícil bajar el cuerpo, porque muchas veces pones en peligro la vida de la persona que tiene que bajarlo. Ahora, un cuerpo que está en una altura como esta, intentas sacarlo de la ruta, meterlo debajo de unas piedras o tirarlo a una grieta o una cosa así, porque al final todo produce mucho más morbo de lo que realmente es. No tengo la suficiente disposición como para mirarle a un cuerpo la cara. Cuando alguien muere en una montaña, hay muertes de todo tipo. La muerte, como muchas otras veces por agotamiento y porque ha llegado al límite de que no puede más y la persona se sienta, yo creo que la muerte es que te sientas, te duermes y no pasa nada, ya que no te despiertas nunca más. Creo que es una muerte dulce.
De igual modo puede pasar con tu propio equipo. ¿Qué se siente al saber que con cualquier pequeñísimo error alguien puede quedarse allí? ¿Alguien de tu equipo sigue inmerso en alguna de esas montañas traicioneras?
Se siente miedo y se siente impotencia, ya me ha pasado en alguna expedición ir cuatro personas y volver tres. Entonces es una cosa que la asumes, y siempre que sales de casa lo piensas, creas que no, instintivamente lo piensas. Sí, en el año 2001 se quedó mi primer amigo.
¿Qué importancia tienen para ti los sherpas? ¿Crees que son imprescindibles?
Para mí es un miembro más del equipo, son miembros de una tribu de Nepal que forman parte de nuestras expediciones, y nos ayudan muchísimo, sobre todo a acarrear los campos de altura y muchas veces a abrir gruta también. Para mí siempre he dicho que es una persona más del equipo, que gracias a ellos y a los miembros de mi equipo siempre he podido terminar los “ochomiles”. En mi equipo sí son imprescindibles, porque cuando yo formo un equipo y vamos cuatro personas de España, mi equipo es de siete, porque somos cuatro españoles y tres sherpas.
Háblanos de por qué el simple movimiento de dar un paso en la montaña puede ser cuestión de minutos. ¿Tiene algún nombre específico este efecto?
No tiene un nombre específico, pero sí es cierto que algunas veces los pasos que das en la montaña son claves a la hora del éxito y tienes que saber muy bien a la hora de tomar las decisiones lo que vas a hacer.
Tras ser coronada como la primera mujer en escalar los 14 ochomiles, te encontraste con la alpinista surcoreana Oh Eun-Sur reclamando el mismo puesto. ¿Cómo se resolvió este pequeño conflicto? A partir de este hecho, ¿se podría decir que el alpinismo a la vez de ser un deporte de equipo es un deporte altamente competitivo?
Fue complicado, porque es verdad que nunca pensaría que tras escalar los 14 “ochomiles” pasaría esto, que habría esta disputa. Había muchas dudas sobre si ella había escalado todos los “ochomiles”, con problemas para llegar a la cumbre; algunas pruebas que tenía eran muy dudosas. Y nos han confirmado que ciertas fotos y cosas que presentaba no eran la cumbre de los “ochomiles”. Yo antes decía que no, pero de alguna manera sí que hay una competición, porque hay un primer puesto, un segundo puesto, o yo he hecho esto y yo he hecho lo otro. Entonces, cosas como estas no hacen muy bien a un deporte que tiene unos valores como los que se imponen en la montaña.
Tu mejor año fue el 2003, ya que alcanzaste tres cumbres: Lhotse (8.516 m.), Gasherbrum II (8.035 m.) y Gasherbrum I (8.068 m.). ¿Qué crees que promovió esto? También este año fue en el que te acompañó el equipo del programa de Al filo de lo imposible. ¿Crees que su presencia dificultó en alguna medida el ascenso, u os dio más motivación para conseguir estos tres objetivos exitosamente?
Que estaba muy centrada en lo que estaba haciendo, y tenía muy clara la visión del objetivo que tenía y había entrenado mucho. Además, tenía un equipo bueno para hacerlo. Al filo de lo imposible ha sido un compañero de jornada durante muchos años, hasta haber terminado los 14 “ochomiles”, y lo complicado era que había que filmar todo aquello y grabarlo. Pero un hándicap más... para poder narrar una historia y poder traerla aquí, a mí me motivaba más.
A día de hoy das muchas conferencias sobre superación personal. ¿Qué actitud y qué hay que hacer para cuando te propones un reto de una magnitud como el que tú has realizado, para llegar a conseguirlo?
Tener pasión, creo que la pasión es la clave, que lo que tú hagas lo estés disfrutando. Todas las personas que se ofrecen a un reto personal, sea de lo que sea, no lo van a conseguir si no tienen pasión y no se divierten haciéndolo. Haz las cosas para ti y porque a ti te gusten, no para demostrar algo a los demás.
Cada vez son más las mujeres que destacan en el mundo de los hombres, sobre todo hay muchas deportistas que cada vez muestran más su valía dentro de los deportes etiquetados masculinos. ¿Qué consejo le darías a cualquier chica y mujer buena en uno de estos deportes, que están rodeadas por hombres, que las presionan psicológicamente, para que si se ven capaces brillen?
Que crean en ellas, que aquí solamente hay que creer. Sí, hay esa presión que muchas veces nos la ponemos nosotras mismas porque nos la ha impuesto nuestra sociedad y cultura. Pero esto es una cuestión de la que nos tenemos que olvidar, y lo que vamos a poder está solo en lo que nosotras pensamos.
No, no soy miembro de esa asociación. No he sido miembro hasta ahora. Me hacen miembro honorífico ahora y quizá desde ahora empiece una nueva etapa junto a la asociación. No lo sé, este reconocimiento la asociación lo hace a gente que creo que ha hecho una carrera un poco de aventura, que tiene algunos méritos en los valores que ellos reconocen, y creo que seguramente porque los cumplo.
En tu primera expedición, ¿cómo te recibieron y trataron tus compañeros de equipo por el hecho de ser una mujer? Porque también es un deporte por el que no se recibe dinero por alcanzar cumbres, simplemente se asciende a esos picos por una motivación propia de cada uno. En este caso, ¿cuál es esa motivación tuya?
La verdad es que siempre me han tratado bien. La primera expedición a una montaña fue en el 98; yo aún era muy joven, y era la única mujer dentro del equipo, y casi siempre ha sido así. Siempre me han tratado con mucho respeto, y tal vez sí que de alguna manera he tenido que demostrar más de lo que ha tenido que demostrar un hombre, pero no a la gente de mi equipo, quizás más a los otros alpinistas. En cuanto a la motivación, para mí la motivación es hacer lo que a mí más me gusta. Yo empecé a escalar a los 14 años y nunca pensé que me convertiría en una alpinista profesional y que dedicaría toda mi vida a escalar. Estudié una carrera, soy ingeniera industrial, y mi vida iba más por ahí. Poder dedicar mi vida a lo que más me gusta, que es la escalada, y al final vivir del alpinismo, es una de las cosas que más me motivan. Es algo que me hace feliz y creo que en la vida esto es importante, poder hacer cosas que realmente valgan la pena.
Ya, pasados los años y tras muchas ascensiones, ¿cómo conseguiste ese respeto y esa visión que tienen la mayoría de los alpinistas hoy en día hacia ti, de tratarte como a un igual? Porque tenemos entendido que tuviste varias disputas con otro gran alpinista, Juanito Oiarzabal, que tal vez si no te considerara a su altura, es decir, un igual a él, ni siquiera se hubiese molestado en discutir con una mujer que no sería capaz de hacerle sombra.
Con los años la gente te conoce, y al final sí que tienes que demostrar un poco las cosas, ya que por ser mujer muchas veces te ponen en duda, porque vas a subir y te comparan, voy a subir a al campo uno a ver en cuánto tiempo lo hace Edurne, para que yo lo haga antes, por ejemplo. Pero al final el tiempo nos pone a cada uno en nuestro lugar. Esto son “casquetas”, que las puede coger Juanito, pero no sé si el hecho es porque yo sea mujer; son más rollos personales.
Hay mucha gente que piensa que los alpinistas, las personas que tienen el suficiente coraje de enfrentarse al reto que supone un ascenso, son unos suicidas. Es decir, que ascender una montaña es un acto suicida, pero realmente si quisieran suicidarse no durarían ni dos días. Ante esta idea, ¿tienes algo que decir o aclarar?
Hay mucha gente que piensa que el deporte que practicamos es un deporte de riesgo, estás muy elevado y la idea es que somos unos suicidas. Yo también pensaría que es un suicida un tío que va en un coche a 180 km/h. El que la gente enjuicie de esa manera es libre de hacerlo. Nosotros hacemos un deporte que somos conscientes del riesgo que tiene y lo practicamos con toda la seguridad que podemos. Y pienso que te puedes encontrar con la muerte o con el concepto de suicidio.
También muchos piensan que, aparte de suicidas, muchos alpinistas están locos, que se les ha ido la cabeza por el hecho de aventurarse solos, sin el respaldo de un equipo. Tal vez estuvieran locos, pero consiguieron ellos solos alcanzar grandes cumbres y ser capaces de volver. De estos “locos”, ¿admiras de forma especial a alguno que haya dejado su huella a lo largo de la historia?
Ha habido grandes alpinistas con los que he trabajado en equipos grandes y soy una persona que he entendido que la montaña siempre es en equipo, sobre todo por el concepto de que pasas mucho tiempo solo, y para mí es importante tener gente al lado, que te ayude en cuestión de un apoyo moral. Pero es verdad que ha habido mucha gente que va a escalar en solitario, que hace grandes proezas, y muchos vuelven y otros no vuelven. ¿Si admiro a esa gente? Es una decisión que ellos han tomado. Yo, si hubiera ido a escalar sola, lo hubiese hecho, pero para mí lo importante es ir y pasármelo bien con mis amigos. Respeto muchísimo a toda esta gente, me parece gente increíble que tiene una cabeza y una mentalidad dignas de admirar.
Lo más importante de un ascenso es el equipo con el que lo vas a realizar, ese equipo tiene que estar formado por personas especializadas, pero, aún más importante, en las que confíes plenamente. Aun teniendo confianza ciega en ellos o ellas, ¿las condiciones extremas que presenta la montaña pueden crear tensiones en el grupo o que tal vez una persona de sus componentes os traicione?
Normalmente cuando haces un equipo lo conoces bastante bien, por lo menos yo he intentado conocerlo bastante bien. Entonces, que te traicionen en una expedición es muy difícil. Es verdad que puede haber desacuerdos, porque pasas más de dos meses allí arriba viviendo en unas condiciones bastante duras, entonces esto hace que haya muchos más roces y las cosas te molesten. Pero lo que siempre intentamos es que haya mucha transparencia y hagamos las cosas de manera que sean dichas a la cara.
Tal vez este hecho se dé en casos más hostiles, pero normalmente, ¿tú crees que el alpinismo es un deporte solidario? Si hiciese falta, ¿retrasaríais el ascenso por salvar a otro alpinista que no fuese de vuestro grupo? ¿Alguna vez os habéis encontrado en esta situación?
Yo creo que sí, pero es que empieza a haber gente que dice que no. Yo creo que es un deporte solidario, y me gustaría poder seguir diciéndolo siempre así. Por supuesto, yo creo que la vida de una persona, da igual de qué nacionalidad sea o de qué expedición sea, es mucho más importante que una cumbre, que no tiene valor. En alguna ocasión sí que hemos retrasado, de hecho nosotros hemos estado este año en el Everest sin oxígeno y en el último campamento nuestros sherpas estaban en unas condiciones malas, les había dado un principio de edema cerebral, y nos tuvimos que bajar, y nunca me ha apenado el tener que volver.
Las expediciones ya no son como antes, antes ibas a ascender el Everest y os encontrabais tú y tu equipo solos en la montaña. Ahora, por ejemplo en el Everest, se pueden encontrar campamentos de turistas. Se ha convertido en un foco de atracción masivo de turistas, los cuales pagan a cualquiera una barbaridad para que los suban a una altura media de 6.000 metros en helicóptero, con el simple fin de tener una foto de recuerdo. ¿Cuál crees que es la causa o el culpable de esta transformación de la visión que se tenía hacia el reto que suponía ascender un “ochomil” dignamente y que las montañas se hayan convertido en un negocio turístico?
Esto es el Everest, es la montaña más alta del mundo, es una montaña que ofrece expediciones comerciales, y hay gente que tiene el sueño de subir al Everest. Las personas que van allí tienen el mismo derecho que los demás alpinistas. Si a un alpinista no le gustan todas estas expediciones, le digo que no vaya o que vaya en otra época, ya que el año tiene 365 días.
El alpinismo es un deporte duro y constante, allí arriba las condiciones son extremas. ¿Cuánto tiempo de preparación se requiere para adaptarse a la falta de oxígeno? Uno de sus síntomas es que si al cerebro no llega suficiente oxígeno, te puedes quedar ciego,… y tu mente dice algo pero tu cuerpo no responde, quedándote paralizado. En estos casos, ¿qué es lo mejor que se puede hacer?
Esto es un proceso de climatización que todas las personas tenemos totalmente diferente. Es una cosa que cada persona tiene en los genes. Algunas personas tienen una climatización mucho más rápida y otras mucho más lenta. También hay personas que en casa son un portento deportivo, hacen grandes marcas y van a 4.500 metros y nunca se sienten bien. Por lo tanto, es un proceso que se lleva poco a poco, y tienes que hacerlo, porque para hacer un “ochomil” es una de las cosas primordiales que hay. Si no tienes oxígeno, lo mejor es bajarte, directamente bajarte. Cuando tú sientes que no estás bien, y esto se siente fácilmente, cuando has hecho ya bastantes expediciones y te conoces, esos síntomas, los de tu cuerpo y los de la montaña, te dan el primer aviso de que no estás preparado. Hay que bajar.
También es cierto que la primera vez que alcanzaste el Everest lo hiciste con bombas de oxígeno. Pero esto no te sirvió y lo volviste a realizar sin esta pequeña “trampa”, constando como uno de tus 14+1. ¿Por qué el hecho de haberlo conseguido con oxígeno no te sirvió?
No es que no me sirviera, es porque en el año 2001 fue mi primer “ochomil”. Utilicé oxígeno artificial porque solo un 2% de las personas que suben al Everest suben sin oxígeno artificial. Para mí, al ser el primero, pensé: “si todo el mundo sube con oxígeno, tendré yo también que subir con oxígeno, porque tampoco soy una superwoman”. Es verdad que después de que hayan pasado los años, y tras escalar las 14 montañas que hacen 8.000 metros, ahora sí puedo decir que es verdad que puedo subir al Everest sin oxígeno.
Allí arriba, a 8.000 metros de altura, ¿cómo satisfaces tus necesidades fisiológicas? Además, en tu situación de mujer, ¿cómo se pasa allí arriba la parte que te toca del periodo?
Esto es complicado. Los hombres, para ir hacer pis, lo tienen mucho más sencillo, porque dentro de una tienda lo mismo con un bote de cualquier cosa mean dentro del bote y ya está. Para nosotras es mucho más difícil, nosotras tenemos que salir fuera, o si no, tienes que complicarte a hacerlo en una bolsa. Entonces la ropa ya tiene una cremallera por detrás que te facilita el poder hacer pis, y la verdad es que tampoco se da tanto la ocasión, ya que apenas bebes y comes; entonces, el cuerpo no va igual. En cuanto al periodo, muchas veces lo pierdes, porque cuando haces un esfuerzo muy extremo o cuando haces alguna actividad así, se pierde la regla. Pero es verdad que esto también es una cuestión psicológica, porque a mí, tras llegar a la cumbre y bajar al campamento, cuando ya te has relajado y ya se ha terminado todo esto, es cuando te viene el periodo, aunque no te toque.
Muchos alpinistas, por muy valientes y decididos que sean, han tenido miedo. ¿Alguna vez has sentido miedo? ¿Antes de iniciar cada ascenso, o tras la primera noche en la montaña, has sido capaz de dormir, o esa misma noche te han asaltado pesadillas?
Sí, claro, el miedo es una cosa que se tiene; pero, cuando tengo miedo, el miedo siempre es el peor compañero. Entonces, cuando tienes mucho miedo, lo que hay que hacer es quitarlo, y salir de ese sitio en el que te sientes incómodo. Yo, con los años conseguí dormir medianamente bien, pero muchas veces, de la tensión que tienes, durmiendo tienes la sensación de que viene una avalancha o cualquier cosa así. Pero con el tiempo aprendes a dormir y te amoldas.
En la mayoría de las expediciones y ascensos a estas cumbres son muchos los alpinistas que no consiguen su propósito, y a partir de los 7.500 metros es posible que estés muerto, porque lo sencillo es subir, lo más complicado es volver vivo. Entonces, ¿cuál es el punto en que sabes que tu vida está totalmente en peligro, y automáticamente das marcha atrás?
Yo siempre digo que el buen alpinista es el que sabe darse la vuelta. Es verdad que en un reto de una montaña de 8.000 metros la ambición es tan grande que te puede quitar la visión y no darte cuenta de lo que te está pasando. Entonces eso cada una de las personas se tiene que dar cuenta de dónde está el límite para darse la vuelta. Yo soy una persona que asumo muy bien dónde está el punto hasta donde llega mi límite, y cada uno de nosotros tiene que ser justo con esto. Tú ya sabes que cuando corres veinte kilómetros no vas a poder hacerlo en 1h 10 minutos si no entrenas mucho. Entonces, hay muchas veces en las que cada uno de nosotros debemos asumir dónde está nuestro límite. Lo que ocurre es que mucha gente no lo asume y aprieta demasiado.
El Everest es la cumbre con más cadáveres en sus pendientes y en sus taludes. ¿En alguno de tus dos ascensos has sido testigo de esta imagen, de ir ascendiendo e ir viendo a tu paso los cuerpos de tus antecesores? Si así fuese el caso, ¿estos cuerpos mantienen la sonrisa congelada con la que comenzaron el ascenso o se aprecia que murieron con sufrimiento?
Sí, ahora ya no es tanto, en el año 2000, y el año pasado que fui, ya no hay tantos cuerpos. Antes veías muchísimos, ya que si una persona muere a 7.000 metros, es muy difícil bajar el cuerpo, porque muchas veces pones en peligro la vida de la persona que tiene que bajarlo. Ahora, un cuerpo que está en una altura como esta, intentas sacarlo de la ruta, meterlo debajo de unas piedras o tirarlo a una grieta o una cosa así, porque al final todo produce mucho más morbo de lo que realmente es. No tengo la suficiente disposición como para mirarle a un cuerpo la cara. Cuando alguien muere en una montaña, hay muertes de todo tipo. La muerte, como muchas otras veces por agotamiento y porque ha llegado al límite de que no puede más y la persona se sienta, yo creo que la muerte es que te sientas, te duermes y no pasa nada, ya que no te despiertas nunca más. Creo que es una muerte dulce.
De igual modo puede pasar con tu propio equipo. ¿Qué se siente al saber que con cualquier pequeñísimo error alguien puede quedarse allí? ¿Alguien de tu equipo sigue inmerso en alguna de esas montañas traicioneras?
Se siente miedo y se siente impotencia, ya me ha pasado en alguna expedición ir cuatro personas y volver tres. Entonces es una cosa que la asumes, y siempre que sales de casa lo piensas, creas que no, instintivamente lo piensas. Sí, en el año 2001 se quedó mi primer amigo.
¿Qué importancia tienen para ti los sherpas? ¿Crees que son imprescindibles?
Para mí es un miembro más del equipo, son miembros de una tribu de Nepal que forman parte de nuestras expediciones, y nos ayudan muchísimo, sobre todo a acarrear los campos de altura y muchas veces a abrir gruta también. Para mí siempre he dicho que es una persona más del equipo, que gracias a ellos y a los miembros de mi equipo siempre he podido terminar los “ochomiles”. En mi equipo sí son imprescindibles, porque cuando yo formo un equipo y vamos cuatro personas de España, mi equipo es de siete, porque somos cuatro españoles y tres sherpas.
Háblanos de por qué el simple movimiento de dar un paso en la montaña puede ser cuestión de minutos. ¿Tiene algún nombre específico este efecto?
No tiene un nombre específico, pero sí es cierto que algunas veces los pasos que das en la montaña son claves a la hora del éxito y tienes que saber muy bien a la hora de tomar las decisiones lo que vas a hacer.
Tras ser coronada como la primera mujer en escalar los 14 ochomiles, te encontraste con la alpinista surcoreana Oh Eun-Sur reclamando el mismo puesto. ¿Cómo se resolvió este pequeño conflicto? A partir de este hecho, ¿se podría decir que el alpinismo a la vez de ser un deporte de equipo es un deporte altamente competitivo?
Fue complicado, porque es verdad que nunca pensaría que tras escalar los 14 “ochomiles” pasaría esto, que habría esta disputa. Había muchas dudas sobre si ella había escalado todos los “ochomiles”, con problemas para llegar a la cumbre; algunas pruebas que tenía eran muy dudosas. Y nos han confirmado que ciertas fotos y cosas que presentaba no eran la cumbre de los “ochomiles”. Yo antes decía que no, pero de alguna manera sí que hay una competición, porque hay un primer puesto, un segundo puesto, o yo he hecho esto y yo he hecho lo otro. Entonces, cosas como estas no hacen muy bien a un deporte que tiene unos valores como los que se imponen en la montaña.
Tu mejor año fue el 2003, ya que alcanzaste tres cumbres: Lhotse (8.516 m.), Gasherbrum II (8.035 m.) y Gasherbrum I (8.068 m.). ¿Qué crees que promovió esto? También este año fue en el que te acompañó el equipo del programa de Al filo de lo imposible. ¿Crees que su presencia dificultó en alguna medida el ascenso, u os dio más motivación para conseguir estos tres objetivos exitosamente?
Que estaba muy centrada en lo que estaba haciendo, y tenía muy clara la visión del objetivo que tenía y había entrenado mucho. Además, tenía un equipo bueno para hacerlo. Al filo de lo imposible ha sido un compañero de jornada durante muchos años, hasta haber terminado los 14 “ochomiles”, y lo complicado era que había que filmar todo aquello y grabarlo. Pero un hándicap más... para poder narrar una historia y poder traerla aquí, a mí me motivaba más.
A día de hoy das muchas conferencias sobre superación personal. ¿Qué actitud y qué hay que hacer para cuando te propones un reto de una magnitud como el que tú has realizado, para llegar a conseguirlo?
Tener pasión, creo que la pasión es la clave, que lo que tú hagas lo estés disfrutando. Todas las personas que se ofrecen a un reto personal, sea de lo que sea, no lo van a conseguir si no tienen pasión y no se divierten haciéndolo. Haz las cosas para ti y porque a ti te gusten, no para demostrar algo a los demás.
Cada vez son más las mujeres que destacan en el mundo de los hombres, sobre todo hay muchas deportistas que cada vez muestran más su valía dentro de los deportes etiquetados masculinos. ¿Qué consejo le darías a cualquier chica y mujer buena en uno de estos deportes, que están rodeadas por hombres, que las presionan psicológicamente, para que si se ven capaces brillen?
Que crean en ellas, que aquí solamente hay que creer. Sí, hay esa presión que muchas veces nos la ponemos nosotras mismas porque nos la ha impuesto nuestra sociedad y cultura. Pero esto es una cuestión de la que nos tenemos que olvidar, y lo que vamos a poder está solo en lo que nosotras pensamos.
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