(Fotografía de Karen Mirna Fernández. Isaías Lafuente, a la derecha,
junto a Carles Francino y Roberto Sánchez)
Por María Sánchez Cambronero
Isaías Lafuente (Palencia, 1963) es un periodista, escritor y profesor universitario. Está licenciado en Ciencias de la Información e inició su trabajo profesional en Radio Exterior de España y Radio Nacional. Ha sido subdirector del programa Hoy por hoy de la Cadena Ser y analista político en Televisión Española, Telemadrid y Tele 5. En la actualidad es redactor jefe del programa La Ventana de la Ser, y dentro de la misma es responsable del espacio ‘Unidad de Vigilancia’ (UDV), dedicado a corregir los errores en el uso del lenguaje de los medios de comunicación.
María Sánchez.- Recientemente has recibido el premio Miguel Delibes del Periodismo por tu artículo “Sin peros en la lengua”, en el que hablas sobre el sexismo lingüista en las mujeres, cuyas consecuencias pueden ser una corrosión y perturbación de la lengua castellana aunque también sería conveniente la creación de nuevas palabras más neutrales. A la par, llevas muchos años con el programa de "La Unidad de Vigilancia" en la que cada viernes nos muestras pequeños errores que debemos intentar evitar. ¿De alguna manera se podría relacionar tu estudio sobre el sexismo en las mujeres con las indicaciones y las observaciones hechas en el propio programa?
Isaías Lafuente.- Nosotros en "La Unidad de Vigilancia" recogemos todo tipo de errores, es un poco la sección verde de la radio, son los desperdicios que vamos produciendo, lo que otros sencillamente tiran a la basura nosotros lo recogemos y recopilamos, y con eso hacemos media hora semanal de radio con la que pretendemos hacer autocrítica para divertirnos, pero sobre todo para aprender. Uno de los errores es la utilización de un tipo de lenguaje que no es suficientemente feminizado, pero solo es una parte de lo que yo hago en la UDV, mientras que el artículo sí que estaba centrado fundamentalmente en eso. Creo que hemos hecho mucho por feminizar un lenguaje que era eminentemente masculino y nos ha dejado alguna marca masculina que ya no se va a quitar en la historia. Pero, en la medida de lo posible, bien por la utilización de términos neutros o bien sencillamente por la utilización de femeninos que a lo mejor en un primer momento nos resultan un poco extraños o extravagantes, pero a los que al final nos vamos a terminar de acostumbrar trabajando a diario, tenemos que hacerlo en los institutos, en los colegios y lo tenemos que hacer en los medios de comunicación. Eso es lo que pretendemos hacer, además en el artículo reprochaba a la Real Academia la dificultad que tiene para convertir en femenino algunos términos que incluso ya están en el diccionario, es decir, palabras como “soldada”, por ejemplo, ya está en los diccionarios, es una palabra perfectamente femenina, pero está para designar un salario y no está para designar a la mujer militar. Entonces, ¿por qué no podemos seguir dando pasos hacia delante? Porque hay que hacerlo, nosotros lo intentamos hacer y lo que hacemos es reivindicarlo y pedir a quien corresponda que lo haga.
MS.- Muchos colectivos, relacionados sobre todo con movimientos revolucionarios tales como los del 15M, utilizan el género neutro en su forma femenina y de esta manera se engloban a todos por igual. ¿Piensas que la sociedad podría sentirse identificada con la utilización de un género neutro femenino?
IL.- Yo no llegaría a tanto, pero vete a saber, es decir, yo no creo que haya ninguna complicación más allá del uso. Si por el uso en un momento determinado nos parece que eso es normal, pues me parece extraordinario. Yo creo que esto no lo veré. Como en colectivos que son mayoritariamente de mujeres, como el colectivo de enfermeras y enfermeros, pues mucha gente propone el por qué no un sindicato de enfermeras para englobar a los dos y nombrarlo en femenino, pues creo que estaríamos cometiendo la misma injusticia que al contrario, y sobre todo porque estaríamos adoptando un camino que es precisamente el que queremos evitar. Y es que, si dentro de unos años hay más enfermeros que enfermeras, volveremos otra vez a la utilización del masculino neutro. Tenemos que tener un poquito de cuidado con todo eso, haciendo solamente lo normal ya llegaremos a un lenguaje bastante normalizado. Ahora, si alguien se siente cómodo en un colectivo llamándose compañera, aunque sea hombre, es su propia opinión.
MS.- ¿Podrías aprovechar este apoyo que tienes con la UDV para mostrar la veracidad de los argumentos descritos en tu artículo?
IL.- Sí, constantemente todos los errores que cometemos, pues llegamos al bien por el camino del mal. Partimos del error para ver que el error efectivamente se ha producido. La lengua es un organismo vivo y evoluciona, y hoy alguna cosa que nos parece extravagante pues dentro de unos años nos parece totalmente normal. En el camino de lo femenino lo hemos visto, a saber: al principio llamar a una mujer concejal “concejala” nos resultaba muy extraño o llamar a una mujer juez “jueza” nos resultaba chirriante. Seguramente a vosotros ya no, lo hacéis con total naturalidad. Además creo que no hay que equivocar el tiro, es decir, el problema no es hacer lo evidente, que es llamar a las mujeres que desempeñan un oficio en femenino, sino que lo verdaderamente importante es tolerar que hagan ese oficio y considerarlas como tal. Ese ha sido el gran cambio que hemos tenido en la sociedad, y, si hemos hecho esto, que es lo más difícil, cómo no vamos a hacer lo otro que es mucho más sencillo.
MS.- La evolución del lenguaje es necesaria para mantener a una lengua viva y que se adapte a las nuevas circunstancias. Las palabras deben seguir una evolución progresiva, permitir que se creen neologismos que la gente utilice y realmente mantenga el significado de la palabra antigua. ¿Por qué no podría darse esto?
IL.- Claro que sí, no es que esté a favor de los neologismos, quiero decir, el castellano es una lengua de neologismos: todas las palabras que utilizamos o vienen del latín o vienen del griego. Ahora llamamos neologismo a lo que nos viene del inglés o del francés, pero nuestro idioma viene de estas lenguas madre. Entonces, todas las palabras fueron en principio neologismos, la gente las fue transformando y ahora las utilizamos en su fisonomía actual. Yo estoy absolutamente a favor de abrirnos a los neologismos. Lo que no me gusta mucho es que por la utilización de neologismos que nos vienen de fuera, dejemos de lado palabras españolas que definen perfectamente aquello a lo que nos referimos muy modernamente y a lo mejor ahora denominamos de otra manera. En el caso de “desesperanzante” y desesperanzador, la RAE el término que acepta es desesperanzador, pero quién sabe si dentro de unos años la nueva palabra se come a la anterior. La lengua es un organismo vivo que evoluciona. Pero eso sí, no hay que destrozar las palabras.
MS.- El castellano como lengua es muy rica en léxico, tenemos una palabra para designar un aspecto muy concreto; sin embargo progresivamente vamos cambiando estas palabras por una que designa todo, por palabras comodín las cuales están generando un detrimento muy grande en el castellano. ¿Qué piensas de esto?
IL.- Pues sí que lo creo, en los periodistas en la radio, por ejemplo; en la radio el verbo arrancar se ha comido a muchos otros verbos ricos que tenemos en castellano. Ahora todo arranca, y nos hemos olvidado ya del empieza, el comienza y de tantos otros verbos. Entonces, es verdad que esa utilización de palabras comodín lo que hace es empobrecer nuestro idioma, y si empobrecemos nuestro idioma también nos estamos empobreciendo a nosotros mismos, porque a veces las palabras no solamente son sinónimas sino que tienen matices muy concretos que nos evitan utilizar adjetivos. Un sustantivo bien buscado, empleado y utilizado nos ahorra evitar adjetivos innecesarios.
MS.- Cada vez más la audiencia pide una televisión que a la vez de divertirnos nos forme, pero podemos comprobar que las cadenas que cuentan con un gran contenido científico-divulgativo y cultural no pueden competir con otras cadenas de contenidos degenerativos. Mientras, en la radio vemos emisoras que realizan programas de calidad a sus oyentes. ¿Por qué es tan difícil en televisión emitir una programación de calidad a pesar de la cada vez más creciente demanda, al contrario que en la radio?
IL.- A lo mejor porque no se arriesgan a hacerlo. Nosotros en la radio tenemos una gran ventaja frente a la televisión, y es que el estudio general de medios se hace cada tres meses y no es un estudio que te mida minuto a minuto, segundo a segundo. Además, en la televisión las cosas pasan ya, y este programa que hoy se ha emitido, pues mañana sabremos qué minuto ha triunfado y qué minuto ha caído. Y cuando tienen que hacer negocio de eso, lo que hacen es potenciar aquellos géneros digamos mayoritarios, copiar los géneros que son exitosos en otras cadenas en vez de explorar otros caminos que yo estoy convencido de que tendrían mucho éxito. En la televisión no solo triunfa Sálvame, también triunfa Salvados que son dos géneros muy distintos de acercarse a la realidad. En la televisión no solo triunfa el culebrón, también triunfan series que están muy bien hechas y que tienen muy buen marchamo. En la televisión hay productos de calidad, lo que pasa es que esos productos de calidad conviven con otros productos que son basura. Por el contrario, creo que en la radio tenemos más libertad para experimentar en esto. Fíjate que a la radio primero la iba a matar la prensa, después la iba a matar la televisión, después el vídeo, ahora la iba a matar Internet, y sobrevive. ¿Por qué sobrevive? Yo creo que sobrevive porque es lo que más se parece a la sociedad, y en la sociedad seguramente hay muchas cosas chabacanas, pero también hay cosas muy interesantes, y eso es lo que nosotros procuramos hacer en la radio.
MS.- Hoy en la radio y en la prensa predomina un pensamiento único estatal ligado a los emporios económicos. ¿Crees que en algún momento se podrá romper esta unidad? ¿De ser así, la sociedad lo aceptaría?
IL.- Yo te digo la mayor, yo no creo que en la radio haya un pensamiento único. Tampoco generalizaría. En la radio como en la televisión hay buenos productos y hay malos productos y seguramente haya radios que se dediquen a fomentar el pensamiento único. Yo creo que aquí estamos en una radio que intenta fomentar el pensamiento plural y que intenta poner voz a lo que la gente habla en la calle desde todos los ángulos y desde todas las perspectivas. Tenemos nuestro pensamiento y tenemos nuestras ideas y tenemos nuestra línea editorial y es una línea editorial moderna y progresista y es una línea editorial que apuesta por el futuro. En eso yo creo que nos diferenciamos de otras emisoras, pero creo que el pensamiento único no está en la sociedad. En la sociedad estamos viendo que no existe un pensamiento único, sino que hay un pensamiento que está luchando por aflorar y que ha conseguido aflorar. Movimientos como el 15M o movimientos sociales como Stop Desahucios, que han conseguido no solamente acciones que han tenido eficacia sino que han conseguido llevar su voz al Parlamento y han conseguido, veremos a dónde llegan las cosas, incluso hacer que el Parlamento dé marcha atrás y reconsidere determinadas cosas. Espero que la cosa fructifique. Así que yo pienso que ese pensamiento único y dominante que desde la clase política interesaría mucho que existiera, estamos viendo día a día que no existe o ha dejado de existir. La clase política tiene dos opciones, a saber: o escucharlo y asimilar ese pensamiento e intentar darle respuesta, o ir camino del suicidio porque la política no se puede separar hasta tal punto del pensamiento de los ciudadanos, ya que son los que los votan, los que los eligen y los que les pagan.
MS.- Hablando de esta subordinación económica estatal, el periodismo depende mucho de la publicidad, ya que sin ella pierde su mayor inversor. Es sabido que la empresa insignia que concede la publicidad es el propio Estado, provocando una pequeña censura a la hora de escribir las noticias relacionadas con él y con sus personalidades. Debido a esto, se pierde esa parte de libertad de expresión tan importante del periodismo. ¿Se podría decir que progresivamente se están convirtiendo los blogs o los periódicos digitales en fuentes más veraces de información, al no estar o prácticamente no estar dependiendo constantemente de la publicidad?
IL.- ¿Crees que la Ser es una cadena que no tiene libertad para hablar de lo que sea, incluso para hablar de empresas que se anuncian en la Cadena Ser? Yo no lo veo así, a lo mejor hay emisoras o medios de comunicación que lo hacen, pero yo estoy trabajando en una cadena que denunció el escándalo de los GAL con el gobierno de Felipe González, o el escándalo de financiación de Filesa, y que ahora está denunciando la trama Gürtel y los sobres de Bárcenas, y es verdad que estamos enfrentándonos con la información por desvelar esa información con ayuntamientos, comunidades e incluso con el Gobierno Central, que son fuentes de financiación, porque ellos hacen publicidad institucional; pero el hecho de que eso sea así a nosotros no nos impide desvelar eso, y yo tengo el orgullo de trabajar en una empresa que nació con la monarquía de Alfonso XIII y que ha vivido la dictadura y que ha vivido la república y que ha vivido los gobierno del UCD, del PP, del PSOE. Es verdad que parece que para nosotros la publicidad es nuestra sangre, sin publicidad y sin ingresos publicitarios no viviríamos, pero creo que eso nos da independencia. Es verdad que te da independencia si tú actúas de una manera ética, además creo que esta emisora nunca se ha callado nada porque aquel sobre el que informábamos fuese una institución o fuese una empresa que estuviese anunciándose en la Cadena Ser. El problema raíz es que se extiende esta generalización. Si la Generalitat incluye publicidad institucional en programas de radio y periódicos, no la paga el presidente de turno, la pagamos todos los ciudadanos. Eso es un dinero público, no es dinero del partido que gobierna.
MS.- ¿Qué piensas de la nueva figura del “ciudadano periodista”?
IL.- Yo no creo en el ciudadano periodista. El periodismo no es un oficio muy complicado, pero es un oficio. Tiene sus normas y sus mecanismos de trabajo. Creo que quienes trabajamos en él tenemos que cumplir, tenemos que buscar la información, tenemos que comprobarla, tenemos que contrastarla, tenemos que hablar con las fuentes, y solamente cuando tenemos eso es cuando lo contamos de una determinada manera, solamente cuando tenemos una foto bien documentada es cuando la publicamos y a veces por publicarla sin confirmar se mete la pata. Incluso el diario El País publicando aquella foto de Chávez. No todo el mundo que está en la red que cuenta lo que aparentemente es una información es periodista. Es verdad que las redes sociales sí que nos sirven como señal, por la contribución ciudadana de que algo está pasando, es decir, cuando un ciudadano cuelga una imagen sobre un disturbio, sobre una manifestación que se está produciendo en un momento determinado, esa es la pista para que el periodista se ponga a investigar sobre esa información. Eso sí, que haya más voces para el periodismo es muy interesante, pero nos deberemos acostumbrar, aunque sí sabemos cuál es el periódico solvente, el informativo, el de radio, y para meternos en estos nuevos modos de medios de comunicación deberemos educarnos.
MS.- El periodismo se ha visto gravemente afectado por la crisis económica, y en consecuencia ha aumentado el paro. Los periodistas que quedan en activo, muchos de ellos se han arrimado al sol que más calienta. ¿Se podría decir que hay que comulgar con las doctrinas del partido en el poder para trabajar y/o mantener el trabajo en un medio público como pueden ser los medios de comunicación?
IL.- Esto habría que preguntárselo a cada quien. Yo por el momento, por fortuna, no me he visto es esa tesitura; tengo un hijo y le tengo que dar de comer, no sé si eso en algún momento me llevase a romper mis principios, pero creo que no. Yo nunca trabajaría en un medio cuya línea editorial fuera contraria a mi pensamiento, sería horrible hacerlo. La crisis está haciendo muchísimo daño a toda la sociedad, a todas las empresas y a las empresas periodísticas. Lo que me preocupa de lo que le está haciendo la crisis económica al periodismo es que no nos recuperemos. Uno puede llegar a entender que las empresas periodísticas en estos momentos se tengan que ajustar, digamos, “para pasar el bache”. Pero creo que realmente se retratarán los empresarios de la comunicación cuando salgamos de la crisis, cuando vuelvan de nuevo los ingresos publicitarios, cuando vuelvan de nuevo los beneficios y se recuperen.
MS.- Cuando pase la actual crisis económica, ¿piensas que realmente se podrán recuperar todos los valores éticos perdidos en el periodismo?
IL.- Quien haya perdido el valor ético tal vez no lo recupere en su vida. Quienes lo seguimos manteniendo, sin ningún problema. El problema no es solamente recuperar los valores éticos, sino mantener también la calidad de nuestra información. Ya no se trata de hacer un periodismo corrupto, que no es periodismo, o un periodismo honrado y honesto, sino que se trata de hacer un buen periodismo y un mal periodismo; y es verdad que los medios de comunicación, si reducen a la nada las redacciones o se dedican a hacer periodismo simplemente con becarios, pues a lo mejor reducimos tanto la calidad del periodismo que dejamos de realizarlo por completo. Éste es el verdadero peligro. Siempre habrá periodistas que se vendan a cualquier precio. Aunque lo que de verdad me preocupa es que dejemos, en resumen, de hacer un periodismo con la suficiente calidad para que lo tengamos que dejar de llamar como tal.
MS.- En la otra cara se encuentra un pequeño sector que aun mantiene el espíritu de lo que significa ser periodista a la hora de mostrarnos que está pasando en España. ¿Piensas que es necesaria una buena labor de los periodistas, que sean honestos a la hora de contar los hechos, para que los ciudadanos se conciencien y sean capaces de reclamar esa democracia tan preciada a día de hoy?
MS.- Hablando de esta subordinación económica estatal, el periodismo depende mucho de la publicidad, ya que sin ella pierde su mayor inversor. Es sabido que la empresa insignia que concede la publicidad es el propio Estado, provocando una pequeña censura a la hora de escribir las noticias relacionadas con él y con sus personalidades. Debido a esto, se pierde esa parte de libertad de expresión tan importante del periodismo. ¿Se podría decir que progresivamente se están convirtiendo los blogs o los periódicos digitales en fuentes más veraces de información, al no estar o prácticamente no estar dependiendo constantemente de la publicidad?
IL.- ¿Crees que la Ser es una cadena que no tiene libertad para hablar de lo que sea, incluso para hablar de empresas que se anuncian en la Cadena Ser? Yo no lo veo así, a lo mejor hay emisoras o medios de comunicación que lo hacen, pero yo estoy trabajando en una cadena que denunció el escándalo de los GAL con el gobierno de Felipe González, o el escándalo de financiación de Filesa, y que ahora está denunciando la trama Gürtel y los sobres de Bárcenas, y es verdad que estamos enfrentándonos con la información por desvelar esa información con ayuntamientos, comunidades e incluso con el Gobierno Central, que son fuentes de financiación, porque ellos hacen publicidad institucional; pero el hecho de que eso sea así a nosotros no nos impide desvelar eso, y yo tengo el orgullo de trabajar en una empresa que nació con la monarquía de Alfonso XIII y que ha vivido la dictadura y que ha vivido la república y que ha vivido los gobierno del UCD, del PP, del PSOE. Es verdad que parece que para nosotros la publicidad es nuestra sangre, sin publicidad y sin ingresos publicitarios no viviríamos, pero creo que eso nos da independencia. Es verdad que te da independencia si tú actúas de una manera ética, además creo que esta emisora nunca se ha callado nada porque aquel sobre el que informábamos fuese una institución o fuese una empresa que estuviese anunciándose en la Cadena Ser. El problema raíz es que se extiende esta generalización. Si la Generalitat incluye publicidad institucional en programas de radio y periódicos, no la paga el presidente de turno, la pagamos todos los ciudadanos. Eso es un dinero público, no es dinero del partido que gobierna.
MS.- ¿Qué piensas de la nueva figura del “ciudadano periodista”?
IL.- Yo no creo en el ciudadano periodista. El periodismo no es un oficio muy complicado, pero es un oficio. Tiene sus normas y sus mecanismos de trabajo. Creo que quienes trabajamos en él tenemos que cumplir, tenemos que buscar la información, tenemos que comprobarla, tenemos que contrastarla, tenemos que hablar con las fuentes, y solamente cuando tenemos eso es cuando lo contamos de una determinada manera, solamente cuando tenemos una foto bien documentada es cuando la publicamos y a veces por publicarla sin confirmar se mete la pata. Incluso el diario El País publicando aquella foto de Chávez. No todo el mundo que está en la red que cuenta lo que aparentemente es una información es periodista. Es verdad que las redes sociales sí que nos sirven como señal, por la contribución ciudadana de que algo está pasando, es decir, cuando un ciudadano cuelga una imagen sobre un disturbio, sobre una manifestación que se está produciendo en un momento determinado, esa es la pista para que el periodista se ponga a investigar sobre esa información. Eso sí, que haya más voces para el periodismo es muy interesante, pero nos deberemos acostumbrar, aunque sí sabemos cuál es el periódico solvente, el informativo, el de radio, y para meternos en estos nuevos modos de medios de comunicación deberemos educarnos.
MS.- El periodismo se ha visto gravemente afectado por la crisis económica, y en consecuencia ha aumentado el paro. Los periodistas que quedan en activo, muchos de ellos se han arrimado al sol que más calienta. ¿Se podría decir que hay que comulgar con las doctrinas del partido en el poder para trabajar y/o mantener el trabajo en un medio público como pueden ser los medios de comunicación?
IL.- Esto habría que preguntárselo a cada quien. Yo por el momento, por fortuna, no me he visto es esa tesitura; tengo un hijo y le tengo que dar de comer, no sé si eso en algún momento me llevase a romper mis principios, pero creo que no. Yo nunca trabajaría en un medio cuya línea editorial fuera contraria a mi pensamiento, sería horrible hacerlo. La crisis está haciendo muchísimo daño a toda la sociedad, a todas las empresas y a las empresas periodísticas. Lo que me preocupa de lo que le está haciendo la crisis económica al periodismo es que no nos recuperemos. Uno puede llegar a entender que las empresas periodísticas en estos momentos se tengan que ajustar, digamos, “para pasar el bache”. Pero creo que realmente se retratarán los empresarios de la comunicación cuando salgamos de la crisis, cuando vuelvan de nuevo los ingresos publicitarios, cuando vuelvan de nuevo los beneficios y se recuperen.
MS.- Cuando pase la actual crisis económica, ¿piensas que realmente se podrán recuperar todos los valores éticos perdidos en el periodismo?
IL.- Quien haya perdido el valor ético tal vez no lo recupere en su vida. Quienes lo seguimos manteniendo, sin ningún problema. El problema no es solamente recuperar los valores éticos, sino mantener también la calidad de nuestra información. Ya no se trata de hacer un periodismo corrupto, que no es periodismo, o un periodismo honrado y honesto, sino que se trata de hacer un buen periodismo y un mal periodismo; y es verdad que los medios de comunicación, si reducen a la nada las redacciones o se dedican a hacer periodismo simplemente con becarios, pues a lo mejor reducimos tanto la calidad del periodismo que dejamos de realizarlo por completo. Éste es el verdadero peligro. Siempre habrá periodistas que se vendan a cualquier precio. Aunque lo que de verdad me preocupa es que dejemos, en resumen, de hacer un periodismo con la suficiente calidad para que lo tengamos que dejar de llamar como tal.
MS.- En la otra cara se encuentra un pequeño sector que aun mantiene el espíritu de lo que significa ser periodista a la hora de mostrarnos que está pasando en España. ¿Piensas que es necesaria una buena labor de los periodistas, que sean honestos a la hora de contar los hechos, para que los ciudadanos se conciencien y sean capaces de reclamar esa democracia tan preciada a día de hoy?
IL.- Nosotros, los periodistas, tenemos la responsabilidad. Pero creo que los ciudadanos también, es decir, el ciudadano oyente, el ciudadano lector, el ciudadano telespectador, también tienen la obligación de seleccionar. No nos podemos quejar de que haya una telebasura si luego el programa telebasura tiene seis millones de oyentes. Esto es igual que la democracia. No nos podemos estar quejando constantemente de nuestros gobernantes, algunos de ellos corruptos, cuando llegan las elecciones y seguimos votando al político corrupto. Desde luego, creo que no tenemos la necesidad, sino la obligación, de ser éticos y de ser honrados en nuestro trabajo; pero a la par, los ciudadanos, con la selección que hacen de la información de los medios, tienen la verdadera opción de limpiarlos.
MS.- Cada vez son más las personas que se suman al cambio, abren sus mentes y conciencias a lo que está pasando, y pasan a participar en la lucha por sus derechos. Si de alguna manera, toda esta conciencia social llegase a la totalidad de la población, ¿podría verse el sistema actual en un verdadero peligro de cambio?
IL.- El sistema está ahora mismo un poquito en peligro. El problema es que ahora mismo podemos hacer crash en el sistema para ir a mejor, o lo podemos hacer para ir a peor. De todas maneras, a mí la expresión ciudadana, las manifestaciones, me parece estupenda. Lo que me parece mal es que solo se produzca la movilización cuando la situación es muy crítica. Lo que es extraño es que la gente no salga a romper escaparates para dar de comer o vestir a sus hijos, porque hay muchas, millones de personas que están ya en esa situación. Entonces, no hay que llegar a lo crítico para despegar la voz, hay que hacerlo constantemente, porque al final se deposita cada cuatro años, pero durante esos cuatro años pasan muchas cosas. Por tanto, hacerse oír durante ese intervalo es fundamental.
MS.- Como ya se ha hecho costumbre preguntar a todos los que pasan por nuestra Red@cción, ¿cómo encenderías la chispa que mostrase a los jóvenes que abrir un libro y sumergirte en él es más que una obligación?
IL.- Para leer, lo primero que hay que tener conciencia es de lo que es la lectura. Resulta que la lectura es un gran tesoro de experiencia, de vidas ya vividas que os han contado. Con lo cual, esa es una muy buena muleta par andar por la vida, el poder leer las experiencias, los sentimientos, las vivencias de otros, que al final eso es lo que son los libros. Podemos buscar en los libros la complicidad del amigo que lo escribió en su día para no sentirnos solos.
MS.- Cada vez son más las personas que se suman al cambio, abren sus mentes y conciencias a lo que está pasando, y pasan a participar en la lucha por sus derechos. Si de alguna manera, toda esta conciencia social llegase a la totalidad de la población, ¿podría verse el sistema actual en un verdadero peligro de cambio?
IL.- El sistema está ahora mismo un poquito en peligro. El problema es que ahora mismo podemos hacer crash en el sistema para ir a mejor, o lo podemos hacer para ir a peor. De todas maneras, a mí la expresión ciudadana, las manifestaciones, me parece estupenda. Lo que me parece mal es que solo se produzca la movilización cuando la situación es muy crítica. Lo que es extraño es que la gente no salga a romper escaparates para dar de comer o vestir a sus hijos, porque hay muchas, millones de personas que están ya en esa situación. Entonces, no hay que llegar a lo crítico para despegar la voz, hay que hacerlo constantemente, porque al final se deposita cada cuatro años, pero durante esos cuatro años pasan muchas cosas. Por tanto, hacerse oír durante ese intervalo es fundamental.
MS.- Como ya se ha hecho costumbre preguntar a todos los que pasan por nuestra Red@cción, ¿cómo encenderías la chispa que mostrase a los jóvenes que abrir un libro y sumergirte en él es más que una obligación?
IL.- Para leer, lo primero que hay que tener conciencia es de lo que es la lectura. Resulta que la lectura es un gran tesoro de experiencia, de vidas ya vividas que os han contado. Con lo cual, esa es una muy buena muleta par andar por la vida, el poder leer las experiencias, los sentimientos, las vivencias de otros, que al final eso es lo que son los libros. Podemos buscar en los libros la complicidad del amigo que lo escribió en su día para no sentirnos solos.