María Sánchez Cambronero
El cáncer de cuello de útero es una enfermedad que constituye el 6% de los tumores malignos en mujeres, el segundo más frecuente entre todas las mujeres y el más frecuente entre las mujeres más jóvenes. En general afecta a mujeres entre 35 y 55 años. Este tipo de cáncer puede estar ocasionado por un virus, el papiloma humano.
A día de hoy, en un país desarrollado como en el que vivimos, miles de niñas a partir de los 14 años fueron, son y serán vacunadas para prevenir el cáncer de cuello de útero. Esta vacuna no la cubre la seguridad social y su precio está sobre los 50 euros. Pero este precio no todos nos lo podemos permitir. Dentro de este grupo nos encontramos a los países subdesarrollados y en vías de desarrollo, en los que los niveles de vida incrementan las posibilidades de que este virus se contagie con más fuerza y facilidad.
Ante esta incapacidad económica, en un pueblo de Tailandia, una enfermera descubrió un método sencillo y eficaz para detectar y eliminar este cáncer. Para detectarlo utilizó simplemente ácido acético (CH3-COOH), el cual lo podemos encontrar en cualquier cocina, vulgarmente es conocido como vinagre. El procedimiento es muy simple, sobre el útero se echa vinagre, ante las células pre-cancerígenas el vinagre reacciona y estas células se vuelven blancas, convirtiéndose en una especie de verrugas. Una vez detectado el cáncer, el siguiente procedimiento utilizado es la criogenia. En los países desarrollados se utiliza el nitrógeno líquido para este procedimiento, pero esta enfermera ha recurrido a un elemento más abundante y barato, debido a la gran deslocalización de Tailandia, el dióxido de carbono (CO2). Gracias a esto, miles de mujeres viven sin el miedo a poder padecer este cáncer tan abundante y fácil de erradicar.
Como conclusión de este descubrimiento podemos ver que no hace falta ser un gran médico de prestigio, ni tener mucho dinero para descubrir grandes avances muy complejos contra enfermedades, sino que estas se pueden evitar con las cosas más sencillas. También podemos ver en esto que el mundo lo siguen controlando, para su beneficio propio, las grandes empresas, intentando esconder lo básico y eficaz detrás de sus caros fármacos, que en muchos casos solo ralentizan la enfermedad, como si su único móvil fuera el dinero.
A día de hoy, en un país desarrollado como en el que vivimos, miles de niñas a partir de los 14 años fueron, son y serán vacunadas para prevenir el cáncer de cuello de útero. Esta vacuna no la cubre la seguridad social y su precio está sobre los 50 euros. Pero este precio no todos nos lo podemos permitir. Dentro de este grupo nos encontramos a los países subdesarrollados y en vías de desarrollo, en los que los niveles de vida incrementan las posibilidades de que este virus se contagie con más fuerza y facilidad.
Ante esta incapacidad económica, en un pueblo de Tailandia, una enfermera descubrió un método sencillo y eficaz para detectar y eliminar este cáncer. Para detectarlo utilizó simplemente ácido acético (CH3-COOH), el cual lo podemos encontrar en cualquier cocina, vulgarmente es conocido como vinagre. El procedimiento es muy simple, sobre el útero se echa vinagre, ante las células pre-cancerígenas el vinagre reacciona y estas células se vuelven blancas, convirtiéndose en una especie de verrugas. Una vez detectado el cáncer, el siguiente procedimiento utilizado es la criogenia. En los países desarrollados se utiliza el nitrógeno líquido para este procedimiento, pero esta enfermera ha recurrido a un elemento más abundante y barato, debido a la gran deslocalización de Tailandia, el dióxido de carbono (CO2). Gracias a esto, miles de mujeres viven sin el miedo a poder padecer este cáncer tan abundante y fácil de erradicar.
Como conclusión de este descubrimiento podemos ver que no hace falta ser un gran médico de prestigio, ni tener mucho dinero para descubrir grandes avances muy complejos contra enfermedades, sino que estas se pueden evitar con las cosas más sencillas. También podemos ver en esto que el mundo lo siguen controlando, para su beneficio propio, las grandes empresas, intentando esconder lo básico y eficaz detrás de sus caros fármacos, que en muchos casos solo ralentizan la enfermedad, como si su único móvil fuera el dinero.
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