Fernando Yáñez de Almedina fue uno de los seis ayudantes con que contó Leonardo para pintar La Batalla de Anghiari
Expertos en la obra de Da Vinci señalaron que el pintor almedinense podía estar entre los posibles autores de La Gioconda del Prado
Isabel Cobo (alumna de prácticas del Máster de Educación) y María Sánchez Cambronero
El Palazzo Vecchio fue construido a finales del siglo XIII y principios del XIV, y en él se encuentra el Salone del Cinqueciento. En una de sus paredes, está La Bataglia di Marciano de Vasari, una obra del estilo de Michelangelo que rememora el triunfo del Gran Duque de Medici: Marciano della Chiana es una población localizada en el valle de Chiana en Toscana. En 1439 fue ocupada por Bernardino della Carda, y en 1554 las tropas del Gran Duque de Medici combatieron en la Batalla de Marciano para recuperar esta zona.
El autor de esta obra, Giorgio Vasari, nació en Arezzo en 1511, desarrollándose en Firenze, ciudad en la que fundó la Academia de Arte y Diseño.
Cuando Vasari murió en Firenze en 1574 se llevó consigo un secreto, hasta hace poco obviado, pero que hoy, tras las recientes investigaciones realizadas por el Departamento de Bienes Culturales de Firenze, se ha desvelado que esta es una de las obras perdidas de Leonardo da Vinci, La Batalla di Anghiari.
Como método para poder estudiar el fresco de Leonardo, yacente debajo del de Vasari, se emplearon las sondas con microcámaras, que se introdujeron por las grietas de la pared, y han llevado esta investigación hacia unos indicios realmente alentadores. Debajo del fresco de Vasari se ha encontrado la composición de unos pigmentos cuya composición química es compatible con el de la Mona Lisa. Pero a pesar de los grandes avances que implica el descubrimiento de estos pigmentos, la técnica utilizada ha generado una gran disputa entre distintos órganos y entidades. Algunos expertos coinciden en que las incisiones practicadas en el muro pueden generar resultados negativos en el fresco de Vasari. Además de ser una técnica demasiado agresiva, está generando una violación del patrimonio italiano, al degenerar, en mayor o menor medida, el fresco de Vasari. Por tanto, ¿realmente se debería mover este fresco para poder estudiar el "olvidado" de Leonardo?
La Batalla de Anghiari es una obra de 1505 realizada por Leonardo da Vinci que muestra el horror de la guerra con dos caballos ensangrentados. Esta obra tuvo problemas técnicos debido a que Leonardo, con ese ímpetu de investigar nuevas técnicas, utilizó pinturas al óleo y lacas materiales no aconsejables para ser aplicadas a un muro. El artista intentó llevar a fin su proyecto hasta el punto de aplicar calor para acelerar el secado. Finalmente desistió y abandonó el proyecto.
Ninguna otra pared del salón presenta un espacio tal como el que se ha detectado en esta. Existe la hipótesis de que cuando Vasari fue a realizar su obra, este no quiso destruir la de Leonardo da Vinci, aunque ésta se encontrara en tales condiciones. Por tanto, en vez de destruirla, Vasari habría dejado el espacio suficiente para no dañar la antigua obra, y haber creado otro muro.
A pesar de todos los contratiempos, Leonardo “luchó” por acabar su obra junto con seis ayudantes, entre los que se encontraba Fernando Yáñez de Almedina. El pintor español, conocido como Fernando Yáñez de la Almedina, nació en Almedina (Ciudad Real) en el año 1489. De joven partió destino a Italia, y allí ha sido donde crea su propio estilo, influenciado por la técnica pictórica del sfumato de Leonardo da Vinci. A Fernando Yáñez se le pueden establecer tres periodos o fases: una italiana, a la que se le atribuye Los Santos Ermitaños del Museo Brera de Milán; una valenciana, la más importante; y una conquense, el periodo final. Sus obras se caracterizan por los estilemas leonardescos, como lo ha marcado con el sfumato, la dulzura en los rostros, la claridad formal, la gran amplitud escenográfica de los fondos, la profundidad de las figuras.
El gran descubrimiento de La Gioconda del Prado no es más ni menos que una réplica del retrato más famoso de toda la historia del arte. Pero esta era otra Gioconda muy distinta: triste, oscura, en vez del paisaje toscano de Leonardo, solo se aprecia el color negro en su fondo. La obra ha figurado siempre como de autor desconocido, solo una fecha aproximada fijaba la pieza: inicios del siglo XVI.
Aunque haya figurado como autor desconocido, la réplica tuvo que ser pintada por uno de los discípulos de Leonardo. Los expertos se centran en dos nombres: Andrea Salai y Francesco Melzi, pero expertos italianos han visto la obra, entre los que destacan Alessandro Vezzosi, presidente del Museo Ideale di Vinci que deja caer otra hipótesis: se trata de que Leonardo tenía discípulos españoles, de los que uno de ellos, a principios del 1500, estaba en Florencia. Esta hipótesis está corroborada por un documento del año 1505 que afirma que en el grupo de los artistas que ayudaron a Leonardo a realizar el mural La Batalla de Anghiari había un “Ferrando Spagnolo, pittore”, conocido como Fernando Yáñez de la Almedina.
Como apoyo a esta nueva hipótesis, otros expertos no creen que esta copia de la Gioconda sea obra de los dos discípulos antes citados, debido a que esta réplica presenta un estilo opuesto a estos dos pintores. Además de que Melzi ni siquiera era pintor a principios del 1500.
De lo que no hay ningún tipo de duda es de la simultaneidad entre la ejecución de la réplica y la del original: esto lo probarían los pentimenti, arrepentimientos, cambios posteriores. Cuando Leonardo corregía y retocaba algo, el discípulo hacía lo mismo, en lo que supone una especie de fotocopia en el óleo final, que solo son detectables con las técnicas actuales de rayos X y que pasarían desapercibos para otro copista. De esta manera, fuera quien fuese, el discípulo habría pintado esta copia entre el 1503 y el 1506, al mismo tiempo que Leonardo trabajaba todavía en el original.
El momento clave de todo el desenlace de esta historia reside en que la copia de La Gioconda no estaba hecha sobre roble sino sobre nogal. Este hecho sorprendió a los expertos del Prado, que en un principio creyeron que la copia era flamenca u holandesa, porque el soporte se creía hecho de roble, material poco utilizado por los artistas florentinos que preferían el nogal. Este hecho curioso fue el que encaminó hacia la elección de los actuales posibles creadores de la copia de esta gran obra.
En aumento de las posibilidades del pintor almedinense de ser el creador de esta copia de la Gioconda está el respaldo de algunos estudiosos de la obra de Da Vinci que afirmaron que él podría ser uno de los posibles autores de la copia de La Gioconda del Prado, colocando con estas teorías a Fernando Yáñez por delante de Francesco Melzi, el nombrado por el propio Leonardo “Fernando el spagnoletto”. De esta manera, han vuelto a descubrir al pintor Fernando Yáñez de Almedina y, junto a él, al pueblo donde nació y al que debe su nombre.
El autor de esta obra, Giorgio Vasari, nació en Arezzo en 1511, desarrollándose en Firenze, ciudad en la que fundó la Academia de Arte y Diseño.
Cuando Vasari murió en Firenze en 1574 se llevó consigo un secreto, hasta hace poco obviado, pero que hoy, tras las recientes investigaciones realizadas por el Departamento de Bienes Culturales de Firenze, se ha desvelado que esta es una de las obras perdidas de Leonardo da Vinci, La Batalla di Anghiari.
Como método para poder estudiar el fresco de Leonardo, yacente debajo del de Vasari, se emplearon las sondas con microcámaras, que se introdujeron por las grietas de la pared, y han llevado esta investigación hacia unos indicios realmente alentadores. Debajo del fresco de Vasari se ha encontrado la composición de unos pigmentos cuya composición química es compatible con el de la Mona Lisa. Pero a pesar de los grandes avances que implica el descubrimiento de estos pigmentos, la técnica utilizada ha generado una gran disputa entre distintos órganos y entidades. Algunos expertos coinciden en que las incisiones practicadas en el muro pueden generar resultados negativos en el fresco de Vasari. Además de ser una técnica demasiado agresiva, está generando una violación del patrimonio italiano, al degenerar, en mayor o menor medida, el fresco de Vasari. Por tanto, ¿realmente se debería mover este fresco para poder estudiar el "olvidado" de Leonardo?
La Batalla de Anghiari es una obra de 1505 realizada por Leonardo da Vinci que muestra el horror de la guerra con dos caballos ensangrentados. Esta obra tuvo problemas técnicos debido a que Leonardo, con ese ímpetu de investigar nuevas técnicas, utilizó pinturas al óleo y lacas materiales no aconsejables para ser aplicadas a un muro. El artista intentó llevar a fin su proyecto hasta el punto de aplicar calor para acelerar el secado. Finalmente desistió y abandonó el proyecto.
Ninguna otra pared del salón presenta un espacio tal como el que se ha detectado en esta. Existe la hipótesis de que cuando Vasari fue a realizar su obra, este no quiso destruir la de Leonardo da Vinci, aunque ésta se encontrara en tales condiciones. Por tanto, en vez de destruirla, Vasari habría dejado el espacio suficiente para no dañar la antigua obra, y haber creado otro muro.
A pesar de todos los contratiempos, Leonardo “luchó” por acabar su obra junto con seis ayudantes, entre los que se encontraba Fernando Yáñez de Almedina. El pintor español, conocido como Fernando Yáñez de la Almedina, nació en Almedina (Ciudad Real) en el año 1489. De joven partió destino a Italia, y allí ha sido donde crea su propio estilo, influenciado por la técnica pictórica del sfumato de Leonardo da Vinci. A Fernando Yáñez se le pueden establecer tres periodos o fases: una italiana, a la que se le atribuye Los Santos Ermitaños del Museo Brera de Milán; una valenciana, la más importante; y una conquense, el periodo final. Sus obras se caracterizan por los estilemas leonardescos, como lo ha marcado con el sfumato, la dulzura en los rostros, la claridad formal, la gran amplitud escenográfica de los fondos, la profundidad de las figuras.
El gran descubrimiento de La Gioconda del Prado no es más ni menos que una réplica del retrato más famoso de toda la historia del arte. Pero esta era otra Gioconda muy distinta: triste, oscura, en vez del paisaje toscano de Leonardo, solo se aprecia el color negro en su fondo. La obra ha figurado siempre como de autor desconocido, solo una fecha aproximada fijaba la pieza: inicios del siglo XVI.
Aunque haya figurado como autor desconocido, la réplica tuvo que ser pintada por uno de los discípulos de Leonardo. Los expertos se centran en dos nombres: Andrea Salai y Francesco Melzi, pero expertos italianos han visto la obra, entre los que destacan Alessandro Vezzosi, presidente del Museo Ideale di Vinci que deja caer otra hipótesis: se trata de que Leonardo tenía discípulos españoles, de los que uno de ellos, a principios del 1500, estaba en Florencia. Esta hipótesis está corroborada por un documento del año 1505 que afirma que en el grupo de los artistas que ayudaron a Leonardo a realizar el mural La Batalla de Anghiari había un “Ferrando Spagnolo, pittore”, conocido como Fernando Yáñez de la Almedina.
Como apoyo a esta nueva hipótesis, otros expertos no creen que esta copia de la Gioconda sea obra de los dos discípulos antes citados, debido a que esta réplica presenta un estilo opuesto a estos dos pintores. Además de que Melzi ni siquiera era pintor a principios del 1500.
De lo que no hay ningún tipo de duda es de la simultaneidad entre la ejecución de la réplica y la del original: esto lo probarían los pentimenti, arrepentimientos, cambios posteriores. Cuando Leonardo corregía y retocaba algo, el discípulo hacía lo mismo, en lo que supone una especie de fotocopia en el óleo final, que solo son detectables con las técnicas actuales de rayos X y que pasarían desapercibos para otro copista. De esta manera, fuera quien fuese, el discípulo habría pintado esta copia entre el 1503 y el 1506, al mismo tiempo que Leonardo trabajaba todavía en el original.
El momento clave de todo el desenlace de esta historia reside en que la copia de La Gioconda no estaba hecha sobre roble sino sobre nogal. Este hecho sorprendió a los expertos del Prado, que en un principio creyeron que la copia era flamenca u holandesa, porque el soporte se creía hecho de roble, material poco utilizado por los artistas florentinos que preferían el nogal. Este hecho curioso fue el que encaminó hacia la elección de los actuales posibles creadores de la copia de esta gran obra.
En aumento de las posibilidades del pintor almedinense de ser el creador de esta copia de la Gioconda está el respaldo de algunos estudiosos de la obra de Da Vinci que afirmaron que él podría ser uno de los posibles autores de la copia de La Gioconda del Prado, colocando con estas teorías a Fernando Yáñez por delante de Francesco Melzi, el nombrado por el propio Leonardo “Fernando el spagnoletto”. De esta manera, han vuelto a descubrir al pintor Fernando Yáñez de Almedina y, junto a él, al pueblo donde nació y al que debe su nombre.
Cabe sobre todo destacar que los almedinenses escucharon con atención las declaraciones de su alcalde: “nuestro pintor ya es suficientemente importante sea o no el autor de esta copia”. Como conclusión de estas palabras se puede destacar lo grande de este pintor y el respeto inspirado por parte de su pueblo, Almedina. De esta manera, en 2006, se inauguraba el primer Museo al aire libre sobre Fernando Yáñez en Almedina, que cuenta con 27 cuadros repartidos por todo el pueblo, de los que el alcalde explica: “Siempre fuimos un Ayuntamiento pequeño y no teníamos dinero para adquirir una copia de nuestro pintor, por lo que decidimos montar este museo”.