Jesús Bermúdez Castro
Qué buen idioma el mío. Riqueza en términos. Inspiramos a más, aprendemos, dudamos, consolamos, sonreímos y todo por ellas… Huimos, soñamos, nos evadimos, exploramos… Un licor del cual no podemos prescindir.
Fidelidad y pasión al lenguaje, al pueblo y a la tradición, todo eso le debemos al idioma.
Vamos por una senda de palabras. Palabras porque amamos el idioma. No todas las palabras nos hablan de un paisaje primaveral. Es una senda, hay los que los llama un armario que cuando lo abres te recibe con un buen abrazo.
Dan sentido al vacío del presente. Son muros de luz y calor, puentes de fuego y diamante. Son únicas e irremplazables, dibujan las imágenes de los recuerdos, describen los sentimientos, nombran nuestras jornadas y escriben poesía.
Las palabras son comienzo, escriben el idioma del universo.
Pueden ser lema, acto indudable, señal, susurro, gesto, caricia o bien pueden ser recurso de la voz y del grito, del gesto y la mirada.
Las palabras son toda magia, son como un duende que te invita a soñar. No paran y divagan. Te iluminan y te sirven de guía.
Tienen fuerza para conquistar corazones. También pueden ser rebuscadas, ingeniosas, emotivas, dolorosas, humorísticas, optimistas, filosóficas, poéticas... Para enamorados, padres, madres, mujeres, hijos, hermanos, amigos... Motivadores de nobles instintos: amistad, generosidad, amor, cariño, afecto, agradecimiento, consuelo, ternura, felicidad... Motivadoras de vida, fuerza y hasta locas de pasión...
Palabras que se escapan y no traen respuestas. Son un laberinto de lluvia.
En los primeros tiempos el sonido habitaba entre las aguas, antes del Big-Bang las sílabas jugaban en el no-universo.
No sé mentir, por eso escribo… Para tener nostalgia de lo que no sucedió, para revivir las vidas que no viví.
Cerraré las puertas de la palabra que baila y ríe, la dejaré aquí dentro, resguardada del grito y el gesto, la devolveré al centro del silencio y haré que descanse.
Fidelidad y pasión al lenguaje, al pueblo y a la tradición, todo eso le debemos al idioma.
Vamos por una senda de palabras. Palabras porque amamos el idioma. No todas las palabras nos hablan de un paisaje primaveral. Es una senda, hay los que los llama un armario que cuando lo abres te recibe con un buen abrazo.
Dan sentido al vacío del presente. Son muros de luz y calor, puentes de fuego y diamante. Son únicas e irremplazables, dibujan las imágenes de los recuerdos, describen los sentimientos, nombran nuestras jornadas y escriben poesía.
Las palabras son comienzo, escriben el idioma del universo.
Pueden ser lema, acto indudable, señal, susurro, gesto, caricia o bien pueden ser recurso de la voz y del grito, del gesto y la mirada.
Las palabras son toda magia, son como un duende que te invita a soñar. No paran y divagan. Te iluminan y te sirven de guía.
Tienen fuerza para conquistar corazones. También pueden ser rebuscadas, ingeniosas, emotivas, dolorosas, humorísticas, optimistas, filosóficas, poéticas... Para enamorados, padres, madres, mujeres, hijos, hermanos, amigos... Motivadores de nobles instintos: amistad, generosidad, amor, cariño, afecto, agradecimiento, consuelo, ternura, felicidad... Motivadoras de vida, fuerza y hasta locas de pasión...
Palabras que se escapan y no traen respuestas. Son un laberinto de lluvia.
En los primeros tiempos el sonido habitaba entre las aguas, antes del Big-Bang las sílabas jugaban en el no-universo.
No sé mentir, por eso escribo… Para tener nostalgia de lo que no sucedió, para revivir las vidas que no viví.
Cerraré las puertas de la palabra que baila y ríe, la dejaré aquí dentro, resguardada del grito y el gesto, la devolveré al centro del silencio y haré que descanse.