miércoles, 30 de marzo de 2011

ENTREVISTA AL ESCRITOR ANTONIO GÓMEZ RUFO: "CUALQUIER SER HUMANO, SEA CUAL SEA SU PROFESIÓN, PUEDE HACER POESÍA"


Por David Sánchez Romero de Ávila, María Sánchez Cambronero y Luz Olmeda Barahona


 Antonio Gómez Rufo es un escritor madrileño, hasta tal punto lo es que en la portada de su página web dice: “Creo que ningún premio o distinción desearía más que ser considerado ‘un escritor de Madrid’”. Ha recibido diversos premios por su obra, entre los más prestigiosos, el Fernando Lara de novela en 2005. Es vicepresidente de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE) y miembro de la Sección Española de la Alianza Mundial contra la Pobreza y de la Asociación Española de Escritores Policiacos. Su paso por Ciudad Real se debe a la presentación de su última novela, La abadía de los crímenes, publicada por la editorial Planeta. Dicha presentación tuvo lugar en la librería “Un cuarto propio”, y hemos aprovechado la oportunidad para charlar con él sobre algunos temas de actualidad en los que su opinión goza de autoridad.


Ahora mismo estamos en el desarrollo de una crisis y también en España, y desde tiempos atrás, después de una crisis se ha dado lugar a un nuevo movimiento cultural o literario. ¿Cree que, tras esta crisis va a surgir un nuevo movimiento?


Creo que estamos en una crisis de valores no solamente en España sino también en todo occidente. Una crisis de valores supone que nos hemos estado rigiendo por una jerarquía de valores que aparentamos respetar todos pero que en la realidad no lo respetaba nadie. Y ahora ni siquiera esos valores son útiles para la sociedad en la que vivimos. Sobre todo en el occidente europeo. Entonces esa crisis que unos miran de económica, y es verdad, sin embargo la más fundamental es la crisis de ideas, la crisis de proyección de futuro, la crisis de saber qué pintamos los ciudadanos en esta sociedad frente a los grandes poderes internacionales y de ahí seguramente se produjera una revolución no una evolución sino una revolución. Espero que capitaneada por los más jóvenes y que haga que haya una modificación en todos los aspectos de la vida, en el de la cultura y en el de la literatura. En este momento los escritores contemporáneos generalmente estamos escribiendo sobre el pasado o el futuro porque no nos gusta el mundo en el que estamos viviendo. Y por eso estamos echando la vista atrás para ver porqué hemos llegado a esta crisis, o echando la vista hacia adelante para imaginar cual será el mundo del futuro.


Ha hablado usted de una revolución, ¿qué le parecen las revueltas que está habiendo en el mundo árabe ahora mismo?


Me parecen una enorme sorpresa, está produciendo un efecto dominó, que está cayendo un país tras otro, pero todavía no sabemos si son espontáneas o si están organizadas. Yo tengo serias dudas sobre la espontaneidad de estas acciones, porque ya es casual que acaben en Túnez y empiecen en Egipto, acaben en Egipto y empiecen en Libia, y seguramente Marruecos y otros países van a seguir esta evolución que seguramente es una nueva revolución. Ahora bien, si valoramos que el punto inicial de estos movimientos sociales está siendo a través de los jóvenes y de Internet, quiere decir que las nuevas tecnologías están ayudando a la gente más preparada a adoptar posiciones reivindicativas para buscar la libertad, los derechos humanos y una posición cercana a las democracias occidentales. Pero tampoco creo que la democracia, tal como la conocemos, sea la solución para todos los países del mundo. Cada país tiene que buscar su propio sistema democrático, pero estos movimientos tienen que ver con el ansia que tuvieron los jóvenes de aquellos países como Rusia, Bulgaria, los países europeos que cuando conocieron la libertad y la cultura que había en occidente, quisieron imitarla, y en cuanto abrieron un McDonalds en Moscú, el muro de Berlín iba a caer. Entonces en el momento en que los jóvenes de Túnez, Libia, Marruecos están viendo la posibilidad de Ladygaga y del cine de occidente, la moda, y de esa libertad civil que allí no tienen, pues están queriendo aspirar a ello, es perfectamente legítimo.


Si estuviese organizado, ¿quién lo organiza?


Pues los grandes poderes mundiales, que nunca sabemos quiénes son. Esos grandes poderes que antes tenían cara y tenían ojos y tenían corazón, e incluso cuando un anarquista quería, podían pegarles un tiro y matarlos. Son máquinas, son consejos de administración dirigidos por las máquinas, por los ordenadores que manejan el petróleo en el mundo y los grandes productos que son la base de la economía mundial, que realmente no se sabe quién son, pero al final es todo virtual, es una máquina.


También ha estado hablando sobre la Ley Sinde, y ha dicho que esta es una Ley mala, pero, aunque sea mala, hace falta una ley.


Es mala, jurídicamente mala, pero es mejor que haya una ley a que no haya ninguna.


¿Por qué es jurídicamente mala?


Se crea en el Ministerio de Cultura una comisión de valoración de nuevas tecnologías, la segunda comisión. La segunda comisión tiene capacidad para declarar ilegales unas webs que tienen descargas, que son ilegales, y contra los derechos de autor. El dueño de la página web que ha sido acusado de eso tiene un máximo de quince días para ir al juzgado a que valore si es justa o no la decisión del Ministerio de Cultura. Pero ese tribunal no valora si la web es o no es ilegal, sino si atenta o no contra los derechos de autor. Si el tribunal decide que no vulnera los derechos constitucionales, da igual si las descargas son legales o ilegales. Pero entonces el dueño de la página web cerrada puede apelar al Tribunal Supremo para que le devuelva la página. Por lo tanto, es un error que pasen por el tribunal. Pero por lo menos se va a acabar con algunas webs totalmente piratas, que están machacando a los músicos, a las discográficas,…


Le vamos a leer un verso de Gabriel Celaya, que dice: “La cultura es un adorno y el negocio es un negocio; si sigues con esa chica te cerramos las puertas; eso para vivir”. A partir de esto, ¿le parece correcto que un ingeniero haga versos?


Sí, exactamente igual que lo puede hacer un carpintero o un perito industrial o un bombero, es un arma de la que nace la emoción del ser humano; por tanto, cualquier ser humano, sea cual sea su profesión, puede hacer poesía. La mejor poesía que se ha escrito en el mundo la ha escrito el pastor, el menester, que se dirigía a la persona amada y era capaz de piropearla de una manera hermosa, esa es la verdadera poesía, lo demás tiene mucho de artificio.


La pregunta puede estar más dirigida a si estamos en una sociedad más fría, que no atiende demasiado a las cosas pequeñas de la vida. Usted mismo lo ha dicho en la presentación de su libro, le gusta venir a ciudades como Ciudad Real, Infantes, para estar más tranquilo, más alejado del bullicio de la ciudad. Este poema de Gabriel Celaya lo que reivindica es nuestra vida en sociedad. ¿Usted ha reflexionado alguna vez en alguna de sus obras sobre este tema que toca Gabriel Celaya?


Continuamente, creo que en todas mis novelas hay un mensaje en esa línea. Si vemos la televisión, uno de cada tres anuncios son para conservarse jóvenes o para conservar la seguridad, es decir, que no estemos en peligro frente a los delincuentes o a que estemos seguros frente a la enfermedad, y al mantenimiento del cuerpo. Por tanto, las grandes empresas de laboratorios, de seguros y de seguridad, lo que están pretendiendo es que el ser humano en general esté aterrorizado frente al mundo que lo rodea. Todo el mundo debe estar aterrado con las adversidades que nos rodean, eso hace que los niños crezcan con sistemas inmunológicos debilísimos y se pongan malos en seguida, y hace que se pueda desarrollar el gran negocio de la seguridad, y el gran negocio de las farmacéuticas. Nos tenemos que mantener jóvenes, sanos y limpios. Prácticamente tenemos que ser nazis, les falta decir que tenemos que ser arios, porque ya no se puede fumar, ya no se puede beber, ya no se puede conducir por encima de una determinada velocidad. El mundo de las prohibiciones está modificando la sociedad a su gusto. Una ideología mundial muy parecida al nazismo. A ese mundo en el que estamos viviendo alguien tiene que ponerle coto, y, como la gente es de un civilizado, nadie levanta la voz contra las prohibiciones. Nadie dice nada. Esa apatía social está imbuida por un proceso de “aterrorización” que nos están produciendo desde los grandes elementos.


¿En qué momento decidió que lo suyo era escribir y se adentró en este mundo?


Lo decidí a los siete u ocho años, cuando aprendí a leer y a escribir. Desde esa edad yo ya escribía poemitas y esas cosas. Lo que empezó siendo una afición pronto, en la adolescencia, ya era una vocación. Escribí mi primera novela con catorce años. Pero de eso no podía vivir, por lo cual yo tuve que ser abogado, trabajar como funcionario en el Ministerio de Cultura, en el Ayuntamiento de Madrid. Pero eso se convirtió en profesión en cuanto pude, a los treinta años lo convertí en una profesión. Fue afición, vocación y profesión.


¿Cree que si todo el mundo empezara a escribir, empezaría la literatura a perder calidad, o, por el contrario, se enriquecería más?


Todo el mundo escribe ya. Una de las ventajas de las nuevas tecnologías es que todo el mundo tiene la posibilidad de escribir lo que quiere. Hoy en día, el escribir está al alcance de cualquiera. También de publicar, de hacer público lo que escribe. Y eso ni merma ni aumenta la calidad. Los que son buenos transmiten calidad y los que no son buenos transmiten ideas más o menos bien expresadas o mal expresadas.


Ahora mismo, dentro de Internet, ya se dan sitios web donde cualquiera puede escribir. ¿Cree que esto es una manera de fomentar la literatura, o el nacimiento de un nuevo sitio donde se puede contar lo que se quiera sin censura?


Las tres cosas, las dos que has dicho más la falta de pudor. Sirve para escribir lo que yo quiera, sirve para expresarse, y además sirve para demostrar que la gente no tiene pudor y que escribe lo que le apetece y no le importa que los demás los juzguen. Normalmente, los escritores, tenemos mucho pudor a la hora de publicar, porque sabemos que vamos a ser juzgados, y queremos que nos juzguen bien. Porque escribir es desnudarte ante el público, y que el público decida si eres guapo o feo. Es un acto de impudicia. Esa impudicia la tiene todo el mundo y escriben en los blogs y en las webs y se escribe con una absoluta falta de pudor; da igual que esté llena de faltas de ortografía, porque parece que lo importante es el contenido de lo que dices y no la forma como lo escribes. Pero para favorecer la literatura se debería cuidar la gramática, la sintaxis, la ortografía.


Hablando de las relaciones con la editorial, ¿cree que tiene que ser buena la relación editorial-escritor o solo importa que el libro triunfe?


Para la mayoría de las editoriales el libro es un producto, por tanto es un negocio, entonces hay que tratar de venderlo, sin importar ni siquiera el contenido. Con tal de que se venda, da igual que el contenido sea bueno o malo. A los escritores nos gusta mantener buenas relaciones con las editoriales, porque trabajamos por una misma causa, que es comunicar o transmitir la literatura a nuestros contemporáneos. Pero cada vez son menos las editoriales que buscan la publicación de verdadera literatura y son más que las que pretenden que los libros sean productos comerciales, y, por lo tanto, lo importante es que a final de año haya unos grandes beneficios.


¿Qué es lo que diferencia a un libro de ser una obra literaria a ser un producto meramente comercial?


La diferencia que hay entre publicar una novela de Paul Auster y de publicar las memorias de Belén Esteban. Esa es la diferencia. Naturalmente, la literatura es literatura en cuanto responda a los cánones de la creación literaria. Un producto comercial es cualquier cosa que puesto en un escaparate venda, pero estoy convencido de que las memorias de cualquiera de los fenómenos artificiales de la televisión, con una portada en la que se pusiera un título y su nombre, aunque el libro tuviese cuatrocientas páginas en blanco dentro, se vendería exactamente igual.


Ya que nombra la televisión, ¿cómo cree que se han portado los medios de comunicación de la década de los dos mil hasta esta parte? ¿Cómo cree que han actuado en cuanto a sus emisiones, cómo ha evolucionado la televisión española, los medios de comunicación en general?


De la televisión no puedo hablar mucho, de la televisión solo veo los partidos de fútbol y de vez en cuando un telediario, o alguna película de Plus que me he perdido en el cine, que quiero verla entonces. Estoy en el mundo por lo que me comentan. La televisión, al igual que la sociedad en la que vivimos, es analizada y se ha superficializado y todo es superficial. La prensa pierde lectores, la única que se mantiene un poco es la radio, pero, con tal exceso de publicidad, a veces resulta cansino para el oyente, y la televisión, salvo escogidísimos programas de televisiones públicas, en realidad es otro fenómeno exclusivamente para ganar dinero. Da igual la calidad de lo que presentes, lo importante es que la gente lo mire. Desgraciadamente la edad media mental de quien se pone delante de una televisión la que pretende encontrar un entretenimiento con personas que alcanzan la fama en veinticuatro horas y la pierden en cuarenta y ocho.


Lo que vemos cada día en las televisiones privadas, ¿es un reflejo de la sociedad o es al contrario, es la televisión la que hace a la sociedad de ese modo?


No sé exactamente, me hablan de estas cosas y se supone que tendría que saberlo, yo creo que esta pregunta es como la de quién fue antes, el huevo o la gallina, pero me parece que si la televisión hiciese un pacto global para adquirir solamente las series de la BBC, grandes series de televisión, a la gente es eso lo que le gustaría. Si la televisión lo que tiene es un pacto de a ver quién es más chabacano y quién es más ordinario hablando, a lo mejor las audiencias se enganchan para ver si entienden algo. No sé si ese producto se ofrece porque lo audiencia lo demanda o la audiencia quiere eso y las televisiones se lo ofrecen. Pero este tema no me interesa nada.


Centrándonos más en su libro, del cual ha estado hablando en la presentación, ¿a qué le da más importancia, a la trama de los crímenes o a que la literatura fuese buena?


Por supuesto todo, eso sí que es una bicicleta, cualquiera de las dos ruedas que fallase la bicicleta se caería. Yo solo estoy satisfecho con una novela cuando sé que está bien escrita y que lo que cuento puede entretener al lector y además que pueda aprender algo. Cuido tanto lo que estoy contando como la manera en la que lo estoy expresando. Por eso el trabajo literario tiene que ser necesariamente lento, y revisado muchas veces; el castellano es un idioma tan sumamente rico que cada frase, emoción, tiene un adjetivo, cada oración tiene que estar construida de una forma gramaticalmente correcta. Si esto no lo logras a lo largo de las trescientas, cuatrocientas páginas, es una novela fallida. Me gusta que todas mis novelas tengan un mensaje que llegue al lector.


¿Cómo trabaja Antonio Gómez Rufo? ¿Cómo llega usted a desarrollar una idea?


Sentado. Trabajo ocho horas diarias en la novela, cinco días a la semana. De manera metafórica, yo me quedo embarazado de una idea y quiero transmitir a mis lectores que esa idea va gestándose dentro de mi cabeza y, cuando está la historia completa, ya rompo aguas, doy a luz y me pongo a escribir. Es una manera fácil de entender cómo construyo mis novelas. A veces ese proceso de gestación es lentísimo y otras veces es más rápido. Tener que tener en la cabeza la historia con su principio y su final, todos los personajes y cómo debe actuar cada uno de ellos. Pero cada autor tiene su manera.


Ha hablado del cambio de modelo del negocio del libro. ¿Podría explicárnoslo otra vez?


La llegada de las nuevas tecnologías va a suponer un cambio del negocio editorial. Los sectores que hasta ahora vivían del mundo del libro, los autores, editores, distribuidores y los libreros, y todo ello para que los lectores tengan libros, todo esto se va a modificar con la llegada del libro electrónico, y seguramente dentro de esa cadena de valor, probablemente el distribuidor y el librero sean las partes más débiles, las que sobren en este nuevo negocio editorial. También será posible que el autor se dirija directamente al lector por medio de sus webs, donde le venderá sus libros directamente, y que también el editor pueda faltar.


Antes ha estado comentando que le ha dedicado mucho tiempo a la documentación sobre la Alta Edad Media. ¿Le pareció excesivo todo el poder que tenía la Iglesia sobre todos los aspectos de la vida de la sociedad?


Era un poder omnipotente y omnipresente; las religiones siempre han utilizado el terror del ser humano a la muerte; bajo la excusa de la muerte siempre las religiones tratan de dar una respuesta salvadora. Siempre te da una salida a que le pierdas el miedo a la muerte si estás bajo esa religión. Ese es el miedo cerval del ser humano, desde el principio de los tiempos, el miedo a la muerte.


¿Cómo evolucionará el mundo de la religión y su relación con los seres humanos en el futuro, según su opinión?


Es variable, durante unos años, en la década de los noventa, hubo un desarrollo impensable de las sectas, que prometían otras cosas distintas a la religión y llenaban al ser humano de esperanza y de valores que habían perdido con respecto a la religión. No sé cuál será su futuro, pero siguiendo con el principio de nuestra conversación, a mayor pérdida de valores, el ser humano tiene más necesidad de aferrarse a valores espirituales. Y ahí la religión tiene la oportunidad de volver a enganchar al ser humano dándole esperanzas que no le da la sociedad. Pero no le va a ser fácil a ninguna religión dominar al ser humano, porque una vez que el ser humano interioriza el concepto de libertad, ya no se siente apresado por nadie.


Dentro del mundo de la literatura, ¿tiene algún ídolo?


No, nunca, pero te voy a contestar una cosa, a todos mis alumnos de los talleres literarios siempre les digo que tienen que leer dos libros: El jugador de Dostoievski y El coronel no tiene quien le escriba de García Márquez. Con el libro de Dostoievski se aprende perfectamente la psicología de los personajes y con el de García Márquez se aprende a hacer la estructura de una novela. Yo no tengo ningún escritor fetiche, al que siga a ciegas. Me gustan de muchos muchas cosas, igual que de otros no me gustan otras. Pero estos dos libros para mí son esenciales.


Por último, ¿podría mandar un mensaje para fomentar la lectura?


NADIE ESTÁ SOLO MIENTRAS LEE.

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