Un día de septiembre, Frida viajaba en un autobús cuando un tranvía la envistió por el costado. El resultado fue desastroso. Frida sufrió la rotura de la columna vertebral por tres sitios. Además, un tubo le atravesó la cadera hasta el sexo fracturándole la pelvis, dejándola no estéril pero sí incapaz de tener hijos. Este accidente fue el culmen de todos sus problemas, el que la dejó destrozada para siempre. Además, su propia personalidad no ayudaba mucho a la causa, ya que tenía un raro sentido el humor y sufría grandes cambios emocionales.
Frida siempre sostuvo que empezó a pintar a los 18 años por el aburrimiento sufrido en sus largas recuperaciones, sobre todo durante el accidente de autobús, y su tema principal siempre era ella misma, con raíz en este mismo accidente, que era la tragedia reflejada en su obra artística, a lo que Frida aclaraba: "Me pinto a mí misma porque estoy a menudo sola y porque soy el tema que mejor conozco".
De estos primeros momentos en los que empieza con la pintura, aparecen sus primeras obras: son retratos oscuros, de formas rígidas y convencionales. Poco después, este estilo lo fue personalizando, un estilo realista auto-enseñado, siempre con pequeños matices ligados a las costumbres y cultura mexicanas.
Acompañando a la sucesión de accidentes y problemas de Frida, está el paso de los años que aceleraba el proceso de desfiguración de su cuerpo, y eso se ve reflejado en las obras que va realizando, cada vez más chocantes y directas, relacionas directamente con sus estados de ánimo y con las etapas sufridas. Uno de los momentos de mayor depresión de Frida, en el que a sus propios ojos perdió su imagen como mujer, tuvo origen en que regularmente su hermana Cristina sirvió como modelo a su marido Diego Rivera, que por aquel entonces era uno de los pintores mexicanos más importantes, para algunos de sus cuadros, pero ambos la “traicionaron”. A parte de con su hermana, Diego siguió con sus pequeños engaños, reduciendo más y más a Frida.
A finales de los 30, León Trotsky llega a México y se instala en la Casa Azul con Frida. Durante este año, Frida produce numerosas obras y varios autorretratos, tal vez algo más optimistas debido a que entre Frida y León hubo una relación extraña y a la vez especial, devolviendo y reanimándole el espíritu a Frida, hasta que León fue asesinado en un golpe terrorista. Esto supuso el hundimiento de la pintora.
Una de las principales confusiones respecto a la clasificación y manera de entender la obra de Frida, tiene origen cuando el pintor André Bretón la toma como parte fundamental del movimiento surrealista y le escribe el ensayo "Un listón de seda alrededor de una bomba". Esto es erróneo, ya que la propia artista mejicana concluyó: "pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños, sólo pinté mi propia realidad".
En los años 40, Frida comienza un diario, que escribe durante sus largos momentos de reposo, cuando era incapaz de moverse de la cama, en el que a lo largo de sus páginas expresa su pensamiento, sus miedos, sus reflexiones a través de diversos bocetos, confesiones de amor a Diego; a través de frases que remarcan su soledad, acompañadas de su visión del mundo, de la tierra y de la vida: “Mi pintura lleva con ella el mensaje del dolor”, “Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior”,“Espero alegre la salida y espero no volver jamás".
Unos años después es nombrada maestra de la Escuela de Pintura y Escultura "La Esmeralda". Este hecho le devuelve parte de su ánimo, al poder transmitir sus conocimientos a sus alumnos, que eran conocidos como "los Fridos".
Unos meses después, Diego Rivera publica un artículo sobre Frida: "Frida Kahlo y el Arte Mexicano". En él, hacia el final, hace una descripción de su peculiar personalidad: “... para Frida lo tangible es la madre, el centro de todo, la matriz; mar, tempestad, nebulosa, mujer”.
Años más tarde es internada durante meses en un hospital por problemas de salud hasta que al final acaban amputándole una pierna por una gangrena importante. Tras su pérdida, Frida cae en una depresión muy profunda. A partir de aquí empeora aún más su salud, ya que aumenta su problema con la bebida y el tabaco, utilizados a modo de liberación rápida del dolor.
En 1953 lleva a cabo su única exposición individual en México en la Galería de Arte Contemporáneo, a la cual acudió ya con la pierna amputada y en compañía de Diego.
Frida acude a una marcha comunista por la liberación de Guatemala acompañada de una grave bronconeumonía, sin saber que once días después este sería el hecho que le daría la muerte. Por tanto, muere el 13 de julio en su Casa Azul de Coyoacán.
LA COLUMNA ROTA (1944)
Este autorretrato es uno de los primeros en los que se pinta sola, sin la compañía de monos, gatos, hojas o plantas. Claramente encontramos a Frida sola, tal vez asustada, llorando en la inmensidad de una gran llanura con el cielo presagiando tormenta. Tal vez esta es la manera de expresar su propia reflexión, la de que tiene que superar su dolor físico y emocional por sí misma.
Este cuadro lo pintó en 1944, el mismo año en que se le tuvo que poner un corsé de acero para sujetar su columna vertebral durante cinco meses. Describió al corsé como un castigo, aunque en el cuadro las correas del corsé son lo único que sostiene su cuerpo roto en una pieza y erecto. Su columna vertebral, representada por una columna jónica, está rota en varias partes. Su cuerpo abierto en canal y las fisuras del árido paisaje se convierten en símbolos del dolor y la soledad. Además, la artista acentúa estos sentimientos a través de los clavos atravesando su cara y su cuerpo. El clavo más largo está agujereando su corazón, indicando, tal vez, el dolor emocional causado por su marido Diego.
Ante el cambio en su obra que supuso la salida a la luz de este cuadro, Frida concluyó: "Tienes que reírte de la vida...", "Mira los ojos muy de cerca... las pupilas son palomas de la paz. Esta es mi bromita sobre el dolor y el sufrimiento...".